Recuerdo de Celaya
Desearía expresar a Amparo García la tristeza y el dolor que he sentido en la muerte de ese amigo entrañable que siempre fue para mí su compañero, el poeta Gabriel Celaya. Recuerdo ahora nuestro primer encuentro en Madrid, en el invierno de 1957-1958, recién instalado en el pisito de la calle de López de Hoyos que acababa de comprar con su modesto peculio. Nuestra amistad epistolar databa ya de años atrás. Recuerdo, Amparito, las visitas que solía haceros, acompañado frecuentemente por Alfredo Mañas y Paloma Rovena; la voz de Gabriel recitándonos sus poemas y las canciones que tanto amaba de ese otro bardo fabuloso que fue Georges Brassens. Eran aquéllos tiempos de esperanza y rebeldía en el Madrid que se erigió en rompeolas de todas las Españas. Pero aún hoy sigue más presente que nunca en mi memoria la efigie generosa e indomable del vasco universal que nunca dobló la cerviz y para quien parece escrito el verso de Baudelaire: "Hombre libre, tú amarás siempre el mar".-
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