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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Olé, Gabriel

Confieso que nunca había leído nada de Gabriel Celaya, lo que no deja de ser vergonzoso. Nunca había tenido demasiado conocimiento ni de su vida ni de su obra literaria. Sin embargo, hace unos meses, cuando salió a la luz pública su situación económica y su mal estado de salud, pude conocerle por las fotografías de su periódico y por las imágenes de la televisión. Fue su aspecto de viejecillo bonachón, su cara de bueno, lo que me cautivó. Esos pelos blancos, largos y alborotados; la nariz gordota, los ojos avispadillos, la sonrisa ratonil, sus arrugas-pliegues, la cara grande... Fue su situación económica la que me indignó.Ha pasado el tiempo. Gabriel Celaya murió con su misma cara de bueno y con su misma pobreza. Quizá muriese con cara de bueno y pobre porque no era productiva económicamente su actitud ante la vida. Ahora me entero, ¡qué ocurrencia la de él! ¡Qué vergüenza la mía!, que abandonó su carrera de ingeniero para ser poeta. Olé, Gabriel-

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Olé, Gabriel
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