Olé, Gabriel
Al Celaya de mi adolescencia y mis clases de literatura. Al viejo cascarrabias que convertía las palabras en música. Al hombre que se burló de los demás antes de que se burlaran de él. Al luchador que nos enseñó la verdadera cara de la vida. Al Celaya que convirtió mi corazón en un pájaro. Al anciano que murió dignamente en la miseria. Al viejo chocho que nos avergonzó ante el mundo por no tener ni dónde caerse muerto. Al abuelo que siempre quise tener. Al poeta exiliado y marginado pero libre. Al Gabriel por decirnos que peor es envejecer que morir. Al filósofo de la vida que me enseñó a rebelarme. Al ilustre sin títulos que se murió sin decir ni pío. Al hombre que me enseñó a sentir la poesía...Olvídense de Celaya. Ni homenajes ni discursos. Descansa en paz, Gabriel.-
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