Ayer fue sábado y hoy es jueves
Los madrileños afrontan el puente como un fin de semana más
¿Quién dijo: "Empieza el puente"? Lo dijeron el lunes y el martes los comerciantes, entre otros, cuando miraban sus locales abarrotados de amas de casa abalanzándose sobre los estantes con un afán proveedor que nada tuvo que envidiar al desatado con la guerra del Golfo. Sin embargo, el alquitrán de Madrid soportó demasiado tráfico; los cines, demasiadas colas, y los parques, demasiados niños como para asegurar que el 1 de mayo comenzó un puente. Hoy es jueves, pero ayer fue sábado.
A las cinco de la tarde, tres horas antes de que comenzara el Real Madrid-Barça, el Santiago Bernabéu ya estaba rodeado de ávidos compradoresde banderolas y demás enseres de la hinchada futbolística. A la media hora, en la Gran Vía, nadie se decidía a despojar la calle de su carácter bullicioso. Los cines arrastraban sus típicas colas, y la cafetería Vips, según el encargado, dejaba ver el mismo aspecto que un fin de semana cualquiera.Cerca, muy cerca, en la Puerta del Sol, los turistas, que nunca entienden de puentes, se disputaban con los ancianos los escasos centímetros de cemento libres donde sentarse en, las dos fuentes de la plaza.
En el paseo de Recoletos había gente hasta trabajando. Los feriantes de libros desembalaban su mercancía mientras, con hábiles movimientos de cintura, esquivaban a transeúntes y patinadores. El librero Miguel Madrid lo explicaba así: "El jueves y el viernes no trabajan los transportistas, y como la Feria del Libro de Ocasión empieza el viernes, los que venimos de fuera no tenemos más remedio que organizarnos entre hoy y mañana".
Hormigas de alas
Ni siquiera el tiempo ayudó a los que pensaban salir fuera de la capital. Tan pronto lucía el sol como caían goterones sobre los parabrisas, y la gente, rápida de reflejos, se apelotonaba en los parques como un enjambre de hormigas aladas con los primeros destellos del astro o se enterraba en los cines para escapar del aguacero.
Uno de los empleados de los cines Renoir vino a decir que la afluencia de público no era ni mucha ni poca, sino todo lo contrario: "Ha llegado la misma gente que si fuera sábado. La verdad es que cuando hay puentes con buen clima viene muy poco público, pero hoy se han vendido bastantes entradas".
En ningún momento la Castellana dio la sensación de vacío que mostrará dentro de dos meses, cuando comience la diáspora de veraneantes. Ni siquiera el efecto psicológico de cuatro días sin alimentos fue suficiente para desabastecer los comercios que abren 24 horas al día, como ocurrió hace dos meses, durante el puente de San José.
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