Una visita al infierno nuclear
Al entrar en el bloque del reactor 4 lo primero que sorprende es la corriente de aire. Es algo que le hace a uno dudar inmediatamente de la consistencia del sarcófago que protege al rector que causó la mavor catástrofe nuclear de la historia. Fue construido en condiciones difíciles, en medio de altísimas radiaciones. En el interior aún flota, junto al polvo radiactivo, algo del pánico que debió asfixiar los presentes en el momento de la explosión. No deja de resultar sarcástico que el experimento que la causó tuviera por objeto probar la seguridad del reactor. Hoy, el nivel de radiactividad que desprende diariamente el sarcófago es cinco veces la que un reactor puede liberar en Occidente como máximo. La mayor parte de ella sale del edificio por los agujeros del techo. Dentro hay grandes cantidades de plutonio que estarán activas durante varios miles de años.[PP] Páginas 26 a 28
Editorial en la página 14
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