Cámara renovada
LA VICTORIA de la candidatura renovadora en las elecciones a la Cámara de Comercio de Barcelona, encabezada por Antoni Negre, constituye un hito significativo en las organizaciones empresariales de este país, y lo es por la propia celebración de elecciones, con candidaturas y programas alternativos. Desde hace años, las principales corporaciones han venido renovando sus cúpulas por métodos diferentes a la confrontación electoral abierta: cooptación o candidaturas de consenso. Es cierto que el reglamento, la importancia y el propio desarrollo de las Cámaras de Comercio tienen limitaciones. Pero también resulta innegable que la posibilidad de contrastar personas e ideas aporta aire fresco al adormecido panorama de la vida empresarí al, frecuentemente sometida a los intereses a corto plazo y a una cierta reticencia a significarse en contradicción con otros objetivos. La democracia industrial y posindustrial no debe limitarse a lo que hay en el interior de fábricas y bancos: se proyecta en los niveles de representación.Estas elecciones también han sido aleccionadoras sobre la vitalidad de] mundo empresarial catalán, que ha optado por la renovación, el debate de ideas, el riesgo de apostar por proyectos de dimensión pública y la necesidad de evitar la introspección endogámica. Y en consecuencia, para el empresario español, puesto que los distintos sectores de la burguesía catalana, pese a sus tradicionales techos, han desempeñado y desempeñan un notable papel en el conjunto, como ocurrió en ciertos tratamientos de los conflictos sindicales en las postrimerías de la dictadura; en la creación de la gran patronal, al inicio de la democracia o con la singular aportación que significa el Círculo de Economía de Barcelona.
La perseverancia en la voluntad de concurrir a las urnas -pese a la intervención del poder autonómico intentando evitarlo- indica el inicio de un cierto cambio en la estructura de la hegemonía económico-social en Cataluña. Termina el pretendido monopolio el de la representación pública de la burguesía catalana. Su diversificación constituye un estímulo al pluralismo social y la evidencia de que las apelaciones a la autonomía de la sociedad civil no pueden desmentirse con la práctica de un intervencionismo asfixiante.
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