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Dimite el ministro del Interior serbio, cuya 'cabeza' pedían los estudiantes

El ministro de Interior de Serbia, Radmilo Bogdanovic, dimitió ayer por la madrugada, durante una maratoniana sesión parlamentaria. Esta renuncia se produjo un mes después de las multitudinarias manifestaciones antigubernamentales, violentamente reprimidas, que se saldaron con dos muertos. El Gobierno serbio sugirió al Parlamento que el ministro, cuya dimisión exigieron a comienzos de marzo los estudiantes durante cuatro días de protestas continuas, no debería dejar el cargo, "en ausencia de su culpa directa" en los incidentes.Una comisión investigadora, integrada por los miembros del partido gobernante y mayoritario, el Partido Socialista Serbio (ex comunista) y algunos representantes de la oposición, elaboró un informe sobre la represión policial de las manifestaciones, donde se exculpó la brutalidad de la policía y se imputó a los partidos opositores, organizadores de la manifestación, la responsabilidad por los disturbios. Los partidos de oposición rehusaron firmar ese informe, al que calificaron de tendencioso y que fue discutido durante varias sesiones parlamentarias. En la madrugada del martes, el informe fue aprobado por 158 votos a favor y 27 en contra.

La inflexibilidad del partido gobernante en Serbia y su supremacía parlamentaria invalidan cualquier iniciativa de la oposición, la cual, tras el ímpetu conseguido a principios de marzo, parece haber perdido su energía y rumbo al verse incapaz de presionar al Gobierno por medios democráticos.

El Gobierno, por su parte, no muestra ninguna sensibilidad aperturista: las manifestaciones del 9 de marzo fueron convocadas para exigir la dimisión del director de la televisión de Be1grado y el cese del control de los comunistas de la programación. Tras una semana de protestas, un director comunista fue sustituido por otro, quien aflojó un poco el control férreo del flujo de las noticias, pero los periodistas agrupados en el sindicato independiente rehúsan otra vez su participación en los noticieros. Tampoco la opinión pública serbia se resigna a tener un papel político pasivo.

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