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España comienza a registrar brotes significativos de racismo y xenofobia

Brotes significativos de racismo y xenofobia están comenzando a registrarse en España como consecuencia del aumento de inmigrantes en un país; de emigración tradicional que ha pasado a contar con una inmigración neta positiva. Ésta es una de las conclusiones a las que ha llegado Juan Antonio Fernández Cordón, director del Instituto de Demografía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

En la clausura del ciclo de conferencias sobre Población y Sociedad, que se celebró ayer en Madrid, Fernández Cordón dijo que la población extranjera afincada en España puede estimarse, incluyendo a los ilegales, entre 600.000 y 700.000 personas, lo que representa todavía un porcentaje pequeño, menos del 2% de la población total, en relación con Francia y la República Federal de Alemania, en las que hay un 6,6% y un 7,3% de extranjeros respectivamente.De acuerdo con las explicaciones del director del Instituto (le Demografía, una de las cuestiones que más preocupan en la actualidad a los poderes públicos, pero sobre todo a los ciudadanos, es la existencia de extranjeros en situación irregular cuya llegada y permanencia se ven favorecidas por la extensión de las costas españolas, la proximidad al Norte de África, la importancia del flujo de turistas que visitan España anualmente y la existencia de una economía sumergida muy extendida.

Control de extranjeros

Como en el resto de los países europeos el mayor control de la entrada de extranjeros ha provocado un importante aumento de las solicitudes de asilo y refugio que han pasado de 4.000 en 1989 a 9.200 en los 10 primeros meses de 19%. Los solicitantes tienen derecho a entrar y permanecer en el territorio, e incluso a recibir asistencia social y, económica mientras se examina su petición. Las solicitudes son rechazadas en su mayoría, pero tras un periodo que puede llegar a varios años, lo que contribuye a nutrir la inmigración irregular en España.Fernández Cordón, tras analizar distintas variables en torno al tema Bases para una política demográfica en España, señaló que la evolución a corto y medio plazo de la natalidad puede provocar cambios importantes en esta situación. "La coincidencia de bajos índices de natalidad y de un deseo de maternidad no satisfecho entre las mujeres españolas puede presagiar un próximo incremento en las tasas de fecundidad, pero si éste no se produce, esa misma coincidencia sería indicativa de la necesidad de un proyecto más intenso o más directo", ha dicho.

Las reacciones frente a la disminución de la natalidad en España no presentan la misma claridad que frente a la inmigración. La mayoría de los españoles considera que las disminución de la natalidad tendrá efectos negativos pero, sin embargo, no apoya la intervención estatal para promover la natalidad. Por otra parte los partidos políticos dedican una escasísima atención al tema demográfico y el Gobierno, por su parte, no parece dispuesto a adoptar medidas directas de fomento de la natalidad, pero desarrolla una legislación que favorece la maternidad de las trabajadoras y alivia la carga de los hijos de las familias más desfavorecidas.

La necesidad de una política demográfica activa no se apoya en razones coyunturales, en opinión del director del Instituto de Demografía, sino en el significado de la fase del proceso de transición demográfica a la que ha llegado España. La intervención en el campo de la demografía es necesaria pero ha de respetar los principios de la sociedad democrática y contribuir al bienestar y felicidad de los individuos.

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