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El olor del abandono

Mujeres de la UVA de Hortaleza exigen a la Administración que 'salve' a una anciana

Veinte amas de casa de la UVA de Hortaleza, un poblado construido hace 27 años, se han puesto en pie de guerra para denunciar que Carmen Carvajal Meco, de 85 años, vive en la más absoluta miseria, entre orines y excrementos. Varias mujeres comentan la tragedia: "Tiene una sobrina que cobra en su nombre las 43.000 pesetas de pensión. Luego le deja dos litros de leche y una caja de galletas y desaparece hasta el mes siguiente".

Las 20 amas de casa reclaman la atención de los servicios sociales "para que demuestren que hay justicia". "La pobre mujer sale desnuda por la noche con la bolsa de la compra y se queda hasta las tres de la mañana dando vueltas por ahí", explica Julia.Las amas de casa exigen una solución a este problema, que, a su entender, podría consistir en poner a alguien para que la cuide, llevarla a un asilo y que pueda disfrutar de la pensión de su segundo marido, que era albañil, sin que se la arrebate su sobrina, a quien acusan de quererle quitar el televisor y de haberse llevado una libreta de ahorros con dos millones de pesetas.

En este barrio hay pocos jóvenes porque a la mayoría "se los ha llevado la droga", y sus habitantes son en su mayoría pensionistas y obreros de la construcción. Las casas, con cables al alcance de la mano y suelos que han cedido con el tiempo, tienen el techo muy bajo. "Mis hijos no vienen mucho a verme porque dicen que tienen que estar todo el día agachados", explica Nieves.

Miseria y orín

En medio de la miseria y el hedor a orín de la vivienda, la anciana llora. Su demencia senil le hace declarse viuda en una frase, y decir, a la siguiente, que su marido vive. "Ni los pies le lavan", dice una de las amas de casa en pie de guerra mientras le arranca la zapatilla a Carmen Carvajal y descubre Linos pies negros y llenos de úlceras. "¿No vendrán para llevarme?", pregunta la anciana. "Porque yo sólo saldré de aquí con los pies por delante", añade.Entre las soluciones que propone el vecindario está la de que una familia se vaya a vivir con ella a su casa, por la que paga al mes 245 pesetas, pero sólo lo harán si se les asegura que cuando muera Carmen se podrán quedar con los escasos 50 metros de la casa, propiedad del Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima).

Algunas de las mujeres no ocultan la incomodidad que supone tener a una anciana que de vez en cuando va a sus casas a pedirles un plato de comida "porque pasa hambre". Las vecinas aseguran que no descansan pensando en que un día amanecerá muerta.

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