"Ni con Dios ni con el diablo"
Es difícil saber qué puede más en Guillermo Martínez, la inteligencia o la ironía, el inglés o el castellano. A sus 49 años, además de considerarse "un perdedor" y no estar bien "ni con Dios ni con el diablo", es un periodista de libro, de esos que salen en las películas con un mundo de experiecia cargado a sus espaldas.Cualquier pregunta sobre la cadena Univisión que no se refiera a los servicios informativos que él dirige intenta soslayarla. Ignora cuál es el índice de audiencia de este canal, que tuvo que vender su propietario -un mexicano, dueño también de Televisa- a una compañía tejana que fabrica tarjetas de felicitación, por imposición de las leyes norteamericanas sobre las telecomunicaciones. "No me interesan los ratings " dice.
Lo que sí sabe, y lo dice con orgullo, es que, durante la guerra del Golfo, los informativos de Univisión fueron los segundos en audiencia, por detrás de la ABC, en el Estado de Florida. Otro tanto sucedió en la ciudad de San Antonio (Tejas). En ambos territorios superaron a las grandes NBC y CBS.
Martínez es responsable de un telediario que se emite de lunes a domingo a las 18.30 horas, otro de lunes a viernes a las 22.30, un debate matinal los domingos y una revista los lunes. Para llenar de contenido esos espacios cuenta con 22 corresponsales -10 de ellos en Latinoamérica- y 80 personas en total.
Si uno ve estos informativos sin sonido apenas puede distinguirlos de los que emiten las grandes cadenas norteamericanas. Tienen la misma agilidad y aparente neutralidad. Lo único que las diferencia es que se escuchan en castellano.
En esta lengua, que es la mitad suya, anda estos días negociando Guillermo Martínez con los responsables de informativos de las cadenas autonómicas.-Somos dos organismos que se complementan: mi fuerza y mi atención están en algo que ellas no tienen y su fuerza es algo que no tengo".
Este juego de intereses se concreta en el proyecto de alquilar en breve un canal del satélite Eutelsat para el intercambio de noticias. Univisión cubriría toda América y eventualmente otros acontecimientos, y las autonómicas, Europa. Para Martínez el acento sería lo de menos: "Las voces de los reporteros pueden suplantarse, pero los testimonios tendrán el suyo original. ¿Quién se atrevería a cambiar a Pérez de Cuéllar su acento peruano?"
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