El alcalde de Belmonte de Tajo dice que ha triunfado a pesar de la condena
El alcalde de Belmonte de Tajo, José Luis Campo Morate, recibió ayer triunfalmente la sentencia que lo condena a siete años de inhabilitación especial, a uno de suspensión para ocupar cargos de concejal y alcalde, así como a dos meses de arresto, acompañados de dos multas de 60.000 pesetas cada una. "He triunfado, porque lo que querían mis adversarios era quitarme de alcalde ahora y en el futuro", declaró al regresar, promediada la tarde, a su pueblo, que le esperaba con las calles desiertas.Sólo tres docenas de matronadas, entre las que se veía un número muy reducido de hombres, desplegaban pancartas en favor del alcalde al descender del autobús que los había trasladado a Madrid para conocer en la Sala V de la Audiencia Provincial la sentencia, ya adelantada por este periódico.
La sentencia considera probado que Campo Morate había incurrido en los delitos de arrogación de atribuciones judiciales, prevaricación y coacción "al sancionar conductas con penas pecuniarias que sólo a los jueces y a los tribunales es dado imponer, haciéndolo además de plano, sin observancia de procedimiento alguno y sin posibilidad de defensa y audiencia por parte de los sancionados".
La abogada de la acusación particular, Lis Santos, que actuaba en representación de un grupo de cerca de cien vecinos, consideró la sentencia "demasiado suave, una sentencia blanda", y no descartó la posibilidad de recurrirla ante el Tribunal Supremo. El defensor del alcalde anunció inmediatamente la presentación de un recurso de casación, lo que supondrá la suspensión de la sentencia hasta el fallo definitivo del Supremo.
Nada más regresar a Belmonte, el alcalde se dirigió al Ayuntamiento flanqueado por uno de sus fieles seguidores, oficial administrativo municipal, y por el teniente de alcalde, quien aseguraba que las próximas elecciones iban a suponer un éxito aún mayor que el conseguido en las anteriores. "Y la noche de las elecciones vamos a dar otra vez la vuelta al pueblo", aseguraba Joaquín Martínez, quien se declaraba socialista mientras se abrazaba a Máximo Carralero, "con carné de Fuerza Nueva", según propia confesión.
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