Censos
Para rellenar el cuestionario sobre Censos de Población Civil y Viviendas 1991 hace falta paciencia y un estado de ánimo más bien tirando a triste. No es un trabajo imposible, pero tiene sus complejidades. Conviene, pues, antes de ponerse a ello, sentirse un poco abatido, un poco alejado de las cosas y gozar de unas condiciones ambientales propicias: nada de niños cerca, el televison apagado y mucha lluvia al otro lado de los cristales. Si a uno le gustan los crucigramas o el juego de la oca, ya lleva mucho adelantado, porque el censo no es más que un laberinto de cuadritos por el que hay que moverse con la agilidad de una ficha en el interior de un tablero de parchís. Sólo tiene 24 hojas, un tríptico explicativo, un pliego de consejos y otro papel parecido a un damerograma maldito.Yo sé cómo me llamo, dónde vivo y de qué; conozco mi número de identificación fiscal, el nombre de mis hijos y su fecha de nacimiento. También sé mi nacionalidad, mi estado civil, mi lugar de origen y el tipo de gas que se utiliza en mi vivienda. Es decir, puedo contestar casi todas las preguntas de este diabólico cuestionario; lo que más me cuesta es encontrar la casilla adecuada. Carezco de la agilidad de movimientos necesaria. Por ejemplo, leo: "Sólo si se ha respondido 10, 11 o 12 en la pregunta anterior. ¿Está emparentado con alguna persona inscrita en la tabla de la página 2?". Yo qué sé. Ahora tengo que volver a la página 2, buscar los apartados 10, 11 y 12, comprobar que los he rellenado mal, volver a empezar...
Luego hay una zona muy triste donde has de confesar los retretes que tienes en tu casa, y todo así. Es muy desalentador, aunque ya comprendo que no pueden preguntarme qué tal me llevo con mi faringitis, porque es anticonstitucional y sobre todo porque no les importa.
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