Hacinados en dos barracones los 114 'okupas' de Ventas
El Ayuntamiento desalojó ayer a las 114 personas que ocupaban desde hace dos años y medio una casa en ruinas en el número 4 de la calle de Elfo, que paralizaba la reordenación urbanística del puente de Ventas. El desalojo se ejecutó bajo una notable presión policial y tras facilitar la entrada en el inmueble una sección antidisturbios. Las 30 familias ocupantes, entre gitanos y payos, fueron trasladadas con todos sus enseres a dos pequeños barracones prefabricados instalados en un descampado junto a un cementerio de coches."¡Madrid, la capital europea de la cultura!". Así se expresaba ayer Juan Carlos Martínez Garzón a la puerta de su nueva casa, una barraca de 140 metros cuadrados, que tiene que compartir con otras 60 personas.
En esta infravivienda, construida junto a otra de inspiración militar, suelo contrachapado, paredes de aluminio, 10 ventanas y ocho fluorescentes, se separa a unas familias de otras con cortinas de plástico. Los cuatro servicios habilitados están en la calle y no disponen de agua. En los alrededores no hay vecinos y todo es descampado.
"No hay viviendas para todos; sólo con los muebles llenamos los barracones", dice José Escudero, uno de los portavoces de los desalojados. El interior de las barracas ha sido dividido imaginariamente en 10 pequeños habitáculos: uno por familia. Cinco camiones de la empresa Lorenzana, contratados por la Empresa Municipal Puente de Ventas, hicieron la mudanza, pero bastantes muebles se quedarán en la calle. Entre todas las familias reúnen 56 niños.
Al 4 de la calle de Elfo no podrán volver. Poco después de las nueve de la mañana, unos 20 policías municipales, apoyados por antidisturbios, cercaron la zona para hacer valer la orden judicial de desalojo y demolición.
La policía, que califica la operación de entrada como "muy limpia y sin problemas", asegura que uno de sus agentes resultó herido en un brazo por una mordedura. Uno de los ocupantes de 59 años y enfermo, también resultó herido. El secretario de la Junta de Ventas dio fe del desalojo porque ninguna familia, pese a que tenía derecho, le reclamó para hacer inventario de sus enseres. El edificio quedó reducido a escombros por la tarde.
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