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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Organizar la paz

DENTRO DE la intensa actividad diplomática que se despliega en Oriente Próximo, el viaje de Baker a la zona tiene una significación especial por el peso de EE UU en la misma, reforzado tras su victoria militar. No hay, al parecer, un plan norteamericano preconcebido para la posguerra, y Baker se dispone a abordar con espíritu abierto las propuestas que se manejan en los diversos escenarios diplomáticos con el común objetivo de organizar la paz en la región.Para ello es preciso crear un sistema de seguridad que evite nuevos actos agresivos. En su reunión de Damasco, los ocho países árabes que han participado en la guerra han decidido crear una fuerza conjunta -nucleada en tomo a las tropas egipcias y sirias- encargada de proteger la frontera kuwaití y de cumplir otras funciones de vigilancia. Iniciativa positiva, que materializa la idea de que a los árabes corresponde principalmente organizar la seguridad de la región. Será además una ayuda para que la evacuación de las tropas occidentales se realice, si bien ésta será probablemente relativa: EE UU ya ha dicho que mantendrá una presencia naval. En todo caso, conviene que la ONU asuma las decisiones en materia de seguridad en la posguerra y que lo haga respaldando la iniciativa tomada por los países árabes.

Otra necesidad prioritaria es impedir una nueva carrera de armamentos. La prensa norteamericana ha denunciado la contradicción de que Bush abogue con energía por el control de armamentos mientras Estados Unidos vende armas modernas a varios países de la región. Por otra parte, la URSS alerta contra la carrera de armamentos, pero no hay garantías de que no venda armas a Irak, o a otros países, cuando se levanten las sanciones de la ONU. Si la voluntad política expresada por casi todos los dirigentes políticos no se transforma en acuerdos firmes, con sistemas internacionales de control -que sólo la ONU podría articular eficazmente-, la lógica del mercado y de los intereses de las diversas potencias puede llevar a que se repita el caso de Irak. No hay que dar tiempo a que se olvide la lección de un Sadam que no hubiese sido nada sin las armas que le suministraron países que luego han hecho la guerra contra él.

Por otra parte, es general la idea de que la combinación de sangrantes desigualdades sociales y ausencia de democracia son factores de desestabdización. En Irak, la derrota de Sadam ha sido tan rotunda que cabe albergar la esperanza de que su dictadura se hunda en un plazo no largo. Pero hay entre los vencedores casos de desigualdad y de opresión escandalosos. ¿Sólo cabe esperar a que el emir de Kuwait y otros soberanos tomen conciencia de que deben cambiar su forma de gobernar? Es un tema difícil, porque entra en juego el principio de la soberanía. Partiendo de la experiencia de la Conferencia de Seguridad y Cooperación. en Europa cabe pensar en una agrupación regional con funciones de seguridad, pero también encargada de velar por el respeto de los derechos humanos y por una cooperación económica en cuyo marco los países más ricos ayudarían a los más pobres.

Pero existe un problema sin cuya solución huelga hablar de desarrollo pacífico en Oriente Próximo: las relaciones árabe-israelíes y la retirada de Israel de los territorios ocupados para que el pueblo, palestino recupere sus legítimos derechos políticos. Después del discurso de Bush cabe esperar que Baker trabaje en esta cuestión con criterios más próximos a las tesis que Europa ha defendido desde hace muchos años.

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