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Inesperada derrota de los conservadores en una elección parcial británica

John Major conmemoró ayer sus 100 días como primer ministro británico en la desagradable compañía de una abrumadora derrota conservadora en una elección parcial celebrada en firme territorio tory. Este fracaso supone el fin del poll-tax -el impopular impuesto muncipal introducido por Margaret Thatcher, del que el Gobierno sigue siendo rehén- y da un frenazo a las especulaciones sobre unas elecciones anticipadas en junio.

La derrota conservadora fue de las que entran en los anales y hay que remontarse a 1981, cuando el recién creado Partido Social Demócrata (SDP) parecía capaz de romper el molde bipartidista, para encontrar un resultado parecido: un 27% de desplazamiento de voto. La campaña electoral en Ribble Valley (noroeste de Inglaterra) hizo caso omiso de los acontecimientos internacionales para convertirse en un juicio sobre política interior y, en particular, sobre el poll-tax."Cuando se entierre este impuesto, se escribirá el siguiente epitafio: Aquí yace el poll-tax, muerto en Ribble Valley", dijo Mike Carr, el nuevo parlamentario demócrata liberal, del partido encabezado por Paddy Ashdown.

El resultado de esta elección no merece extrapolación, pero refleja muy bien el sentir del electorado. Chris Patten, presidente de los conservadores, reconoció ayer que los votantes han dejado claro qué piensan del poll-tax, y en las filas tories hubo quienes vieron este fiasco como una bendición, porque creen que contribuirá a acelerar la eliminación del poll-tax.

Michael Heseltine, el ministro encargado de la reforma del impuesto, está haciendo encajes de bolillos para acomadar posibles alternativas, hasta ahora sin éxito.

El Gobierno piensa tener definidas las líneas generales del nuevo impuesto para cuando los electores vuelvan a las urnas, en las las elecciones municipales del 2 de mayo, nueva piedra de toque para la estrategia electoral de un John Major que pudo consolarse ayer de lo que calificó como decepcionante resultado leyendo las conclusiones de un sondeo de opinión que confirma su popularidad y pone a los conservadores 8,5 puntos por delante de los laboristas en las intenciones de voto de los ciudadanos británicos.

Fracaso laborista

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Los laboristas, que habían acariciado la idea de quedar segundos en Ribble Valley, tras los conservadores, fueron relegados a un humillante tercer puesto, con una fuerte perdida de votos, y ayer se las veían y deseaban para disimular el para ellos también grave contratiempo electoral.Ashdown intentará ahora explotar al máximo el triunfo de Ribble Valley, que se ha producido en un momento en que el país empieza a tomarle en serio como líder político, despues de tres años de caos en el partido centrista.

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