Un paquete de cigarrillos y tres litros de agua

Las circunstancias de Xabier Azkargorta son especiales. Entrenador en paro en estos momentos, después de haber dirigido, entre otros equipos, al Español, el Sevilla y el Tenerife, está especializándose como traumatólogo en la barcelonesa clínica Dexeus mientras espera un telefonazo para regresar a la actividad futbolística. Su licenciatura en medicina le proporciona una perspectiva doble sobre esos agobios que ruedan al capricho del balón."Nuestro estrés, como técnicos, es fortísimo. Estamos sometidos a diversas presiones durante toda la semana por los resultados, los directivos, los aficionados, los periodistas... Luego, el domingo, nos enfrentamos a las puntuales, a las del gol a favor o el gol en contra. Para colmo, nuestra pasividad forzosa es muy perjudicial. Nos quemamos no pudiendo saltar al césped para hacer bien lo que nuestros jugadores hacen mal", comenta. Ahora, en su retiro obligado, apenas fuma. Pero en el banquillo se transforma hasta ahumarse con "un paquete de cigarrillos por encuentro pese a combinarlo con una botella de agua de litro y medio en cada parte".

Una fatiga inquietante

Azkargorta confiesa haber sufrido algunas advertencias: "Una vez, regresando de San Sebastián con el Español, tuve que ser internado en una clínica de Pamplona, aunque, por fortuna, todo se redujo a una bajada de tensión. Más recientemente, en pleno partido del Tenerife, sentí cierta fatiga. Lo que ocurre es que me restablecí enseguida y todo quedó entre el doctor del club y yo mismo".Cuando se le pregunta por algún remedio, el médico-entrenador se muestra escéptico: "Tendríamos que tomárnoslo con más calma. Pero eso es imposible". Sin embargo, sí denuncia las escasas prevenciones existentes: "Los reconocimientos a los preparadores tendrían que estar reglamentados como los periódicos a los jugadores. Ahora todo depende del criterio de cada cual. Unos somos más precavidos que otros. Me temo que algunos no vigilan su salud como debieran".