La ruta de la muerte
La retirada hacia Basora deja el rastro del horror bajo el bombardeo
La vía de escape de los soldados iraquíes se convirtió en la ruta del horror. Camino de Basora, sufrieron el ataque incesante de la aviación de las fuerzas multinacionales. Un interminable rastro de blindados, vehículos y automóviles civiles aparecía desperdigado, transformado en chatarra, con soldados muertos bajo el fuego. Las fosas comunes comenzaban a cavarse para enterrar a las víctimas. La muerte presidió la apresurada huida. Ciudadanos kuwaitíes también aparecían acribillados en los arcenes por las balas de las tropas de Sadam.
La destrucción y el costo de vidas humanas en la guerra del Golfo se observaba en toda su crudeza en la carretera principal entre Kuwait y Basora. La combinación de los bombardeos del ejérctio de la coalición y las atrocidades iraquíes habían convertido la autopista en una carnicería.La visión de miles de cadáveres en el camino era espantosa, según un oficial británico los Reales Húsares Irlandeses de la Reina. "No tengo palabras para describir lo que he visto. Cuando llegué, encontré una increíble escena: una carnicería. Muertos, mutilados y cuerpos calcinados se expandían por todas partes".
Después de una corta campaña de guerra, los soldados han dedicado las últimas horas a enterrar a los muertos, cavando las fosas comunes con todos los medios disponibles: con las manos, palas y excavadoras.
Las tropas iraquíes tomaron esta ruta en su retirada hacia la ciudad de Basora. Aviones de las fuerzas multinacionales les ametrallaron y dejaron caer sobre ellos bombas de enorme capacidad explosiva, como evidenciaban las carcasas de los artefactos de fabricación estadounidense que salpicaban los márgenes de la carretera.
Hierro retorcido
Los centenares de restos de estas mortíferas bombas tenían esparcida a su alrededor la chatarra de los vehículos blindados del ejército y también coches civiles que se batían desesperadamente en retirada hacia Irak. Algunos camiones eran prácticamente irreconocibles, reducidos a un montón de hierro retorcido. Otros vehículos y carros aparecían destrozados en cráteres de seis metros de profundidad.Se hacía evidente que los civiles también fueron alcanzados por la lluvia de fuego. En el interior de lo que alguna vez fueron automóviles se descubrían juguetes y ropa de niños, tarros de café, caramelos y revistas. También era evidente que las tropas iraquíes habían descargado sus armas sobre muchos ciudadanos kuwaitíes que encontraban en su camino.
Un automóvil yacía a 25 metros del arcén de la carretera, sobre un montículo de arena, con sus pasajeros -una familia integrada por cuatro personas- muertos y aplastados en el asiento trasero y el coche acribillado a balazos.
Carros de combate iraquíes T-55 y otros vehículos blindados, inservibles por los daños recibidos, formaban una serpiente informe sobre el asfalto de la autopista. Sobre el camino, cinco soldados iraquíes yacían muertos en un radio de 500 metros. Uno de ellos tenía separado el tronco del cuerpo, por el impacto directo de una granada o del fuego aéreo.
Otro, muy seriamente herido, había dejado un rastro de sangre durante su penoso intento de encontrar refugio en el asiento trasero de un automóvil. Allí murió lentamente, víctima de la hemorragia.
Un soldado iraquí tuvo más suerte y logró escapar del horror de metralla y sangre en la carretera. Un militar de las fuerzas de la coalición internacional le encontró escondido y aterrado bajo un camión, con un pie amputado por el estallido de una bomba y la pierna amenazada por la g gangrena inminente. Un médico del ejército le inyectó inmediatamente una dosis de morfina, calmó sus dolores y serró su pierna bajo la rodilla para salvarle la vida.
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