"Cuando eres consciente de la muerte, acabas asumiendo tu propia soledad"'
Su gran mentor fue Carlos Barral, en cuya editorial empezó a trabajar apenas salida de la Universidad y cuando ya tenía sus cinco hijos. Luego emprendió su propia trayectoria profesional: fundó la editorial La Gaya Ciencia, que se hizo muy popular tras la muerte de Franco, con una serie de manuales políticos de vistosas portadas ampliamente publicitados en las vallas callejeras (Qué es... la democracia; El marxismo-leninismo; Las dictaduras...). "De Carlos Barral aprendí todo lo que sé sobre el mundo editorial, pero sobre todo conocí el placer de adjetivar con propiedad. Él y Jaime Gil de Biedma me mostraron la precisión en el uso de las palabras. Solían tomarme el pelo cuando no conseguía ser precisa".En Memoria de Almator Rosa Regàs no reconoce ninguna in fluencia narrativa particular: "Si acaso poética, la de Jaime, de quien cito algún verso. Pero cuando escribo no leo: tengo mucho oído, se me pega todo, así es que prefiero no contaminarme".
Redactadas en primera persona, estas memorias noveladas están ambientadas en un escenario rural, fácilmente identificable con la comarca del Empordá. "Me interesaba que la pirotagonista se moviera en un medio que conociera poco, capaz de provocarle la sorpresa. En ese ambiente la mujer va conociéndolo todo como algo exterior a ella misma, lejano", explica. De su criatura dice: "Ha vivido siempre protegida, agarrada a algo, como una hiedra. Y se hace adulta siguiendo el único camino posible: el de los golpes, golpes que le llueven de todas partes".
Otro tema recurrente de Memoria de Almator es el de la soledad del extranjero: "La sociedad siempre siente horror ante el extranjero, el forastero, el que no pertenece por cuna a un mundo dado. La insolidaridad se presenta como un enemigo al que no se le ve la cara. Y sólo cuando eres consciente de que morirás acabas asumiendo tu propia soledad".
Rosa Regàs estuvo dos años y medio trabajando en esta novela, que por fin ve la luz. "A Félix de Azúa le debo la confianza en mí misma para afrontar esta aventura, y especialmente el hecho de que por fin me decidiera a poner punto final al original". Con anterioridad, Rosa Regàs ha publicado un solo libro, en Destino, una personal guía de Ginebra, ciudad en la que pasa largas estancias como traductora de las Naciones Unidas, tarea que la lleva a realizar frecuentes viajes por América y Africa. "No había publicado ninguna novela hasta ahora simplemente porque no había tenido tiempo. No se pueden tener cinco hijos y además escribir, o por lo menos no puedo yo. Ahora me he librado de estas preocupaciones, pero además sé qué pienso de las cosas".
Tiene más historias que explicar Rosa Regàs. Y ahora ya no en primera persona, como en Memoria de Almator: "No quería empezar la casa por el tejado. Busqué la estructura más elemental posible y me paireció que la primera persona respondía mejor a este objetivo". No desvela cuál será su próximo trabajo, pero asegura que ya no recurrirá el yo narrativo. "Tengo la idea central, que es básicamente urbana, pero ignoro sus desarrollos. Escribir es como esculpir: la obra ya está hecha, acabada, pero hay que sacarle la piedra sobrante".
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