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Un 20% de los vuelos que se orientan desde el nuevo centro de control son militares

El motivo fundamental de las demoras en el aeropuerto de Barajas ha sido que los controladores aéreos debían habituarse a los aparatos de alta tecnología del nuevo centro de control situado a 100 metros de la base de Torrejón, que controla los movimientos que se producen en el norte de España (desde Toledo hasta Cataluña). Los aviones militares de EE UU suponen el 20% del tráfico de Madrid y su área de influencia. La operatividad del nuevo centro se normalizará en marzo, aunque hasta junio no estará a pleno rendimiento.

La afirmación hecha por un controlador de que el 20% del tráfico aéreo de Madrid y su área de influencia lo acaparan aviones norteamericanos mereció la reprobación pública de una portavoz de Aviación Civil. Esta indicó que ese dato sólo podía facilitarlo el Ministerio de Defensa. El controlador se ratificó en lo dicho y agregó: "En mi pantalla oriento el tráfico del aeropuerto de Madrid y otros cuatro más y lo que digo es lo que veo. Además, algunos aviones caza utilizan pasillos aéreos que no aparecen en mi terminal".

Menos retrasos

La autorización para visitar el nuevo centro de Torrejón se produce cuando los retrasos de hasta 144 minutos de media que han venido produciéndose durante la pasada semana se han reducido a 30 minutos de media. En total, 173 controladores utilizan esta maquinaria de alta tecnología, después de trabajar con unas muy rudimentarias", declaró ayer el director general de Aviación Civil, Carlos Martín Plasencia.

La nueva maquinaria informática permite controlar hasta 300 pistas (aviones). El sistema de Paracuellos sólo permitía el control de 80 pistas. Cuando finalice el rodaje de este centro aumentará la seguridad y las prestaciones del tráfico aéreo, según Aviación Civil. Paracuellos quedó fuera de servicio en varias ocasiones debido al efecto de algunos rayos o de fallos del sistema telefónico.

El traslado desde Paracuellos del Jarama a Torrejón de Ardoz, cuyo edificio ha costado 5.400 millones de pesetas, se realizó en el momento óptimo por tratarse de temporada baja, según declaró ayer en el Congreso el ministro de Transportes, José Barrionuevo, contestando a una pregunta realizada por el diputado del CDS de Las Palmas Santos Miñón.

Las primeras denuncias de los controladores, que aseguraban que no había sido suficiente el tiempo de entrenamiento, fueron puntualizadas por fuentes cercanas a la compañía fabricante de los aparatos para el control de aeronaves.

Estas fuentes manifestaron que Aviación Civil contrató especialistas para que durante seis meses instruyeran a grupos de controladores. Aviación Civil pagó a los controladores por asistir a cada hora de clase 10.800 pesetas, el precio de una hora extraordinaria. Cada uno de ellos recibió -59 horas de entrenamiento. Días pasados, un controlador resumía así las dificultades de los nuevos sistemas informáticos: "Teníamos un seiscientos, y, ahora hay que hacerse con el control del Mercedes".

Guerra y caos

Entre los días 11 y 15 de febrero se inició el grueso de! traslado del centro de control, y el aeropuerto de Bara.Jas vivió el caos. Vuelos cancelados, retrasos de seis horas, las cabinas de teléfonos con colas para avisar de la demora y los mostradores de información colapsados. El día de San Valentí a, la jornada más negra, se cancelaron 89 de los 379 vuelos programados y el retraso medio fue de 141 minutos.La planificación de este traslado, que acabó generando tantos inconvenientes, se inició antes de la invasión de Kuwait. Las estadísticas indicaban que los meses de enero y febrero eran habitualmente los de menos tráfico aéreo, ya que éste disminuye un 30% con respecto a julio y agosto. Además, el comienzo de las hostilidades hizo caer el número de pasajeros. Según las previsiones, en el mes de enero sólo iban a volar 1.400.000 personas, por lo que se fijó como fecha para el traslado el 15 de enero.

La inminencia del estallido de la guerra aconsejó retrasar tres semanas el cambio. No obstante, Aviación Civil, despues de asegurar que los retrasos de los vuelos estaban previstos, decidió que no se podía esperar niás, ya que, en condiciones normales, la curva (le crecimiento de tráfico aéreo empieza a subir en marzo "casi linealmente" hasta alcanzar su tope durante el mes de agosto.

Pero no se había contado con un dato crucial: la guerra generó un tráfico inasivo de aviones militares en la base de Torrejón de Ardoz. Los movimientos de estos aparatos tenían preferencia sobre los vuelos civiles. Con ello, el aeropuerto pasó de ser un lugar semidesierto, ocupado por fuerzas de seguridad, a ser el escenarlo de la desesperación de miles de pasajeros.

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