España, excluida de una cita de obispos de países implicados en la guerra

El papa Juan Pablo II ha convocado para los próximos días 4 y 5 de marzo un minisínodo de obispos, cardenales y patriarcas orientales para discutir sobre la guerra del golfo Pérsico. El Papa rompió ayer por vez primera su tradicional silencio durante los ejercicios espirituales que hace cada año junto a la curia romana, al emitir el Vaticano un comunicado oficial convocando. entre otros, a los presidentes de las conferencias episcopales de los países que "de algún modo están implicados" en el conflicto.La convocatoria papal cita expresamente a los presidentes de las conferencias episcopales de los países de África septentrional, Estados Unidos, Reino Unido, Italia y Bélgica. Dado que este último país tiene un grado de participación en el conflicto similar al de España, no se explica por qué no ha sido convocado el presidente de la Conferencia Episcopal Española.

El portavoz del Papa, Joaquín Navarro Valls, reconoció ayer a EL PAÍS que también a él le ha extrañado dicha circunstancia y admitió que por el momento no tenía explicación alguna que ofrecer a esa cuestión.

Según el Vaticano, el fin del encuentro es "permitir a la Iglesia católica ofrecer para lo inmediato y lo futuro una contribución concreta a la paz en la región, al diálogo interreligioso y a la solidaridad". El Papa intenta así "favorecer un intercambio de información y de opiniones sobre las consecuencias de la guerra en las poblaciones de Oriente Próximo, sobre las comunidades cristianas de la región, sobre el diálogo Oriente Occidente y sobre las relaciones entre el cristianismo y el islam y también con el judaísmo".

Han sido invitados a este encuentro sin precedentes los siete patriarcas orientales: el de Babilonia de los caldeos, de Bagdad, gran defensor de Sadam Husein; el de Alejandría de los coptos; el de Antioquía de los católicos sirios; el de Antioquía de los griegos melquitanos católicos, en Siria; el de Antioquía de los maronitas, en Líbano; el patriarca latino de Jerusalén, y el de Cilicia de los católicos armenios.