_
_
_
_

La mafia evanescente

"Los marroquíes no formamos nunca grandes organizaciones delictivas. Marruecos no es Italia o Estados Unidos. Aquí, cada uno es un mañosillo que trata de buscarse la vida: conoce a unos cuantos tan mafiosillos como él y, gracias a ellos, gana un dinero. Como ellos ganan un dinero gracias a él, afirma Ohtman Ben Alí, un traficante de hachís.Buscar en la delincuencia de Marruecos una estructura no ya jerárquica y especializada, sino simplemente reproducible, es ir detrás de la piedra filosofal. Quienes se agitan en los círculos semiclandestinos nunca dicen que no a nada. Da igual un cargamento de 400 kilos de hachís, 20 personas locas por ir a España, 100 cazadoras de recortes de cuero o un recorrido por los barrios típicos.

Más información
Tan cerca de Alá y tan lejos de Europa

Lo que un intermediario no tenga a mano lo buscará en otro intermediario (que se llevará su parte, siempre a costa del cliente, ya que Marruecos es un país ajeno a la idea de "precio fijo") hasta tejer una red cuyo fin no es tanto el enriquecimiento de algunos como el sustento de muchos.

La imagen de los marroquíes que hacen la calle incansablemente puede compararse con la de los norteamericanos con aquel juego de palabras del erudito y el experto: "Un erudito es el que sabe nada de todo y un experto, el que lo sabe todo de nada". El marroquí es erudito.

Desde que comenzó la guerra, los intermediarios se han convertido en guías, y viceversa. Los cafés y las tiendas que antes estaban llenos de turistas están ahora vacíos, y es normal sentarse en un restaurante y estar solo. De todo ello se deriva un parón económico brutal. Si se añade que el Gobierno ha desplazado tropas destinadas en el Sáhara a las ciudades y ha reforzado la vigilancia policial para evitar que los ecos de la guerra se conviertan en los ruidos de la calle, el resultado es que casi todo, incluido el tráfico de drogas y de personas, se ha quedado a verlas venir.

Los marroquíes sueñan con que esta mala guerra acabe pronto con la derrota de los occidentales, y confían en volver a recibir cuanto antes a los turistas .aliados. Para ellos no sería la cuadratura del círculo. Simplemente, Alá habría vencido y sus bolsillos volverían a soportar la dulce carga de los dirhams.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_