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La Federación Rusa trata de arrebatar al Kremlin el control de las empresas estatales

Pilar Bonet

Los dirigentes de la Federación Rusa, la mayor y más importante república soviética, están decididos a poner en práctica un plan para transferir las empresas estatales situadas en este territorio a la jurisdicción rusa y minar de ese modo el poder económico del aparato estatal. Así lo indica una disposición del Consejo de Ministros de la Federación Rusa firmada por el jefe del Gobierno, Iván Silaiev, y no aprobada en el Sóviet Supremo de la república.

El sábado pasado, Boris Yeltsin se entrevistó con representantes de los Consejos de Colectivos Laborales, una entidad que reúne a representantes de los diversos sectores coexistentes en la empresa soviética. Uno de los asistentes manifestó que Yeltsin había exhortado a minar el poder económico del centro.Según las directrices, las empresas estatales proponen pasarse a la jurisdicción rusa teniendo en cuenta "la opinión de los colectivos laborales" que debe expresarse en una asamblea general en la empresa. Ésta debe informar a los órganos estatales de la URSS de su deseo de cambiar de jurisdicción y, en caso de divergencia, la decisión final corresponde a las instancias rusas. Tras el cambio de estatus, las empresas se someten a las leyes rusas y pueden ser transformadas en sociedades anónimas, privatizadas o arrendadas.

Es de prever que este decreto, como tantas otras disposiciones económicas aprobadas por la dirección rusa, suscite la oposición del Kremlin, ya que pone en cuestión los acuerdos sobre el presupuesto estatal a los que llegaron los representantes del centro y de Rusia tras un largo regateo entre Mijaíl Gorbachov y Boris Yeltsin.

Las brigadas del Comité de Seguridad del Estado (KGB) y del Ministerio del Interior de la URSS que han recibido amplios poderes para inspeccionar empresas con independencia de su propiedad comenzaron a actuar ayer, según manifestó el diputado del parlamento ruso Artiom Tarasov, vicedirector de la Unión de Cooperativas de la URSS.

Tarasov, uno de los primeros "millonarios" soviéticos cuyos negocios particulares tienen un volumen anual de 60 millones de dólares, manifestó ayer que una de sus empresas, que proporciona carritos a los pasajeros del aeropuerto internacional de Moscú, había sido inspeccionada ayer por la mañana. El millonario y diputado dijo también que había recibido llamadas de 5 empresarios más quejándose de lo mismo.

Tarasov se pronunció categóricamente en contra del último decreto de Mijaíl Gorbachov y manifestó su convicción de que no existen garantías para el "secreto comercial" con las nuevas medidas. "Es un golpe psicológico para cerrar las empresas privadas", señaló el diputado.

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Este cambio de rumbo implica, según Tarasov, una línea económica de transición al mercado bajo una gestión autoritaria. Tal cambio se ha producido, según señaló, debido a la falta de éxito de las gestiones de Mijaíl Gorbachov para obtener ayuda económica en Occidente.

Medios bancarios y económicos occidentales consultados ayer no se mostraban tan alarmistas como el millonario soviético ante el último decreto de Gorbachov y opinaban que éste iba dirigido contra quienes sacan un provecho personal del desorden económico sin crear ningún tipo de riqueza.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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