¿Por qué?
,Por qué queréis hacer la guerra?, me pregunto yo. Sólo por el dinero, porque sois unos avariciosos, encima que Dios nos da este mundo tan bonito, vosotros lo destruís, queréis ser ricos, y eso que ya tenéis un palacio; al menos podríais conformaros con una casa; yo estoy la mar de contenta con la que tengo. Cuando la profe nos dijo que iba a haber guerra, tenía una preocupación tremenda. Yo toco el violín, y su música es clarita, tierna y bonita, y mejor que esos instrumentos que usáis vosotros, que son para matar. Yo os pido que dejéis en paz a la humanidad. Quemad vuestras armas, que al fuego le gusta y todo se lo come. La guerra es terrible; no sé cómo os puede gustar esa cosa tan fea. No penséis sólo en vosotros; pensad en los demás, en los niños y en sus mamás, que están sufriendo por vuestra culpa. Ellos no pueden protestar; yo, todavía sí.- Madrid. Señor presidente del Gobierno: cuando en el pasado Pleno del Congreso mostré respetuosamente desde la tribuna una pancarta pidiendo paz, usted se refirió a este hecho diciendo que debería mostrársela a Sadam Husein. Quiero hacerle constar que así es, que considere que mi gestoestaba dirigido a todos los señores de la guerra, al señor Husein y al señor Bush.
La única salida que cabe en un español digno, en este momento en que nuestro Gobierno habla en un mal inglés chapurreado, es llamar a la desobediencia civil frente a todas las acciones encaminadas a la guerra, incluyendo en ello la deserción de los soldados que pudieran verse implicados directa o indirectamente en el conflicto.-Eduardo Sánchez. Velilla de San Antonio, Madrid.
Cuando nos las prometíamos felices fiándonos de que los cambios democratizantes y renovadores que provenían del Este europeo vendrían a eliminar el peligro de una conflagración mundial, la actualidad nos arranca violentamente de nuestro sueño.
Los vientos que no hace mucho hablaban de democracia y libertad, hoy nos traen desde el golfo Pérsico el sonido de los tambores.
El oro negro es demasiado valioso. Naturalmente, mucho más que la sangre de unos miles de mercenarios y de indígenas. Pero a ellos quiero dedicar un especial recuerdo. Los intereses geoestratégicos, de un lado, y una grosera agresividad expansionista del otro, impiden desde el absurdo a sus líderes satisfacer los más hondos sentimientos de paz de los pueblos (los pueblos siempre la desean. Su vitalidad se alirnenta de ella), violando criminal e irresponsablemente la misión de servicio que a ellos les vincula. Por el contrario, una sola consigna: -Todopor la causa-.-Porla causa, cualquier sacrificio es poco". (,Decenas de millares de vidas?.-Pedro A. Matas. Valencia.
Me parece increíble que, a nueve años de entrar en el siglo XXI, todavía se resuelvan los asuntos
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de Estado a cañonazos -como en las cavernas-, y nosotros somos los pueblos civilizados de Occidente.
Condeno la invasión iraquí de Kuwalt, pero pienso que se podía haber buscado una solución pacífica, o bien haber dado más tiempo al embargo, y no a que las tropas norteamericanas se prepararan para atacar.
En cuanto a España, el señor González es el maestro de la ambigüedad: si estamos en la OTAN -por desgracia-, y por tanto en guerra, afróntelo y no diga que estamos en misión de paz cuando ya ha estallado el conflicto- Javier Rico Sese. Alicante.
El pasado 18 de este mes, mientras leía el periódico intentando descubrir entre tanta información un ápice de lógica con que justificar este caos, tuve la fugazsensación de estar leyendo uno de aquellos triviales tebeos americanos de los años cincuenta. Parece ser que, dentro de la gravedad, a los altos mandos militares anglosajones todavía les queda una buena dosis de humor que no dudan en demostrarnos: la operación Tormenta del Desierto, con ratas incluidas, cuenta además con águilas, halcones y comadrejas salvajes, entre otros especímenes diversos, comandados por un oso.
"Son como niños", me digo a mí misma con el correspondiente tono de ternura en la voz. Sólo que esto no es un juego, y la ternura se desvanece como un fantasma, y un sentimiento -de rabia e impotencia me quema por dentro- Empar R. Pla. Cerdanyola, Barcelona.
Sólo quiero una guerra de caramelos y de globos.-Victoria. Pinto, Madrid.
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