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GUERRA EN ORIENTE PRÓXIMO

El extraño caso de Jean-Marie Le Pen, antiárabe y pacifista

Los votantes del Frente Nacional, decepcionados por su líder

Jean-Marie Le Pen, el habitualmente locuaz líder del ultraderechista Frente Nacional francés, guarda un extraño mutismo desde el comienzo de la guerra del Golfo. Le Pen es víctima de su propia contradicción: el líder de un partido que propugna la expulsión de Francia de la mayoría de los inmigrantes árabes y musulmanes se ha declarado en todo momento opuesto al ataque occidental contra Irak.

La actitud de Le Pen ha decepcionado a buena parte del 15% del electorado francés, que sostiene las tesis del Frente Nacional. Estos días, los militantes y simpatizantes ultraderechistas aplauden los bombardeos contra el más poderoso país árabe, y los más extremistas arden en deseos de aplicar el mismo correctivo a los inmigrantes magrebíes que pueblan los suburbios de París y Marsella. De hecho, las agresiones racistas se han multiplicado en Francia, aunque la Prensa gala procura no airearlas para no arrojar leña al fuego.Le Pen, que visitó el pasado diciembre a Sadam Husein en Bagdad, se opone oficialmente a esta guerra por considerar que la invasión de Kuwait es llun problema entre árabes". Más que esa idea, su antiamericanismo, y su ideal de una Francia lo suficientemente Poderosa como para poder distanciarse de Washington, influyen en su actitud.

A Le Pen le espanta tener que encontrarse en el mismo campo que los comunistas, los ecologistas, los pacifiÍstas, los socialistas de izquierda y los movimientos como SOS Racismo, sus bestias negras. Para no tener que caminar junto a ellos, ha mantenido al Frente Nacional alejado de las manifestaciones callejeras de protesta contra el conflicto.

Si Le Pen.calla, sus portavoces siguen hablando. Uno ha afirmado: "¿Qué hacen las tropas francesas luchando en el desierto arábigo? Lo primero que Francia tendría que hacer es barrer su propia casa de los Inmigrantes ilegales del Tercer Mundo". Por razones distintas, el ministro de Defensa socialista, Jean-Pierre Chevenement, es también un hombre desgarrado.

Chevenement, que nunca ha ocultado su oposición al conflicto, afirmó ayer: "Este es el momento de la guerra y yo hago la guerra".

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