El pueblo árabe cree que Sadam Husein está ganando la guerra
No importan los resultados reales sobre el campo de batalla -muy imprecisos, por lo demás, debido a la información censurada en ambos bandos-; entre el pueblo árabe, Sadam Husein va ganando la guerra contra Israel y sus aliados occidentales.
Como era previsible, el conflicto desatado en el Golfo Pérsico ha sacado a la luz todas las contradicciones tradicionales en el mundo árabe. Aunque los Gobiernos de los países de Oriente Próximo fluctúan entre la hostilidad abierta y la neutralidad hacia el régimen iraquí por razones de hegemonía en la región, los pueblos han convertido a Sadam Husein en un héroe por el simple hecho de atreverse a desafiar a Israel.. Manifestaciones a favor del líder iraquí se suceden en la mayor parte de los países árabes, y en aquellos donde todavía no se ha registrado agitación callejera es porque el control gubernamental lo impide.
El caso más llamativo es el de Siria, donde la prensa oficialista ha publicado escuetamente y sin comentarios el ataque iraquí contra Israel, pero las agencias de prensa recogen que el sentimiento en las calles es que los misiles iraquíes contra Israel fueron disparados en la dirección correcta.
Coalición antiiraquí
Siria, enfrentada políticamente a Bagdad desde hace más de dos décadas, forma parte de la coalición antiiraquí dirigida por Estados Unidos, pero fuentes diplomáticas en Damasco han indicado que el régimen de Hafez el Asad "va a pagar un alto precio político interno por esa decisión".
En Jordania y Egipto los líderes religiosos llaman desde las mezquitas a la guerra santa contra las potencias occidentales, pero los Gobiernos, de distintas formas y también en distinta medida, caminan por vías contrarias a las que les exige la presión popular.
Frente a la Embajada norteamericana en Ammán, protegida con ametralladoras, permanece día y noche una decena de personas con pancartas contra Estados Unidos. Los vehículos que circulan por allí hacen sonar sus bocinas en muestra de solidaridad con el régimen, de Sadam Hussein.
En cualquier esquina de la ciudad la gente se abraza cuando escucha las noticias sobre los aviones que ha derribado Irak o los ataques contra Israel, sin dar ningún crédito a las informaciones provenientes del campo occidental.
Para las masas árabes el dilema es muy claro: entre Israel y cualquiera que amenace al Estado judío, se quedan con lo segundo.
A nadie parece importarle la naturaleza del régimen iraquí ni la invasión de Kuwait. "¿Kuwait? ¿Qué es Kuwait? Nunca había oído antes mencionar esa palabra", contestó un palestino de Jordania al que se le preguntaba sobre los motivos que desencadenaron esta guerra.
Tampoco importa, que en realidad Sadam Husein vaya perdiendo la guerra o incluso la pierda finalmente. Existen precedentes en el mundo árabe de otros dirigentes que alcanzaron el liderazgo después de derrotas militares.
Como el propio Hafez el Asad, cuyo protagonismo en la región llegó después de que Israel le destrozó las tres cuartas partes de su fuerza aérea. O Nasser, que alcanzó la gloria entre los árabes pese a su estrepitosa derrota frente a Israel.
También el carisrna del presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasir Arafat, creció después de que fuese expulsado por la fuerza de Líbano por las tropas israelíes.
Voluntarios
Una mayoría de la población de Oriente Próximo cree que la prioridad de los árabes es debilitar a Israel, no importa a qué precio.
"En mi familia somos 10 personas", decía una de las mujeres jordanas que se presta voluntariamente a acudir en defensa de Irak; "si nos matan a nueve de nosotros combatiendo contra Israel, quedará otro que dentro de algunos años creará otra familia de 10 miembros que vivirá sin la amenaza de Israel".
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