Muerte y petróleo
He leído en su rotativo del día 4 que 445 niños fueron asesinados en el Estado de Río de Janeiro durante 1990. ¿Por qué las fuerzas multinacionales del bien, en lugar de Kuwait, no se dirigen a Brasil con el fin de eliminar a los escuadrones de la muerte y acabar así con estos infanticidios silenciosos...? Pero los niños no son petróleo, claro- Yo creía, quizá por ignorancia, que el hombre creaba organismos para evitar el mal, pero ahora me entero que también los crea para legitimarlos, como se desprende de la última resolución de la ONU con respecto a la crisis del golfo Pérsico, legitimando el empleo de la fuerza a partir del día 15 de enero.
Yo no llego a comprender que haya algo que justifique la legalización de una guerra a fecha fija, aunque -eso si- no se puedan fijar sus consecuencias. Los argumentos que se dan, de que un hombre -no un pueblo, que es el que va a sufrir las consecuencias- atropelló un pequeño país ocupándolo por la fuerza no justifica que se organice una guerra de consecuencias incalculables. La respuesta que se pretende dar a Sadam Husein por el atropello que ha cometido es desproporcionada, se parece a la pena de muerte que un Estado emplea contra un delincuente, en vez de poner en práctica sus inmensos recursos para que el individuo no delinca. El mundo tiene medios, no sólo para reparar el atropello que cometió Husein, sino para evitar otros de esta naturaleza, sin recurrir al absurdo de programar guerras legales y a fecha fija- Delfín Rodríguez.L'Ampolla, Tarragona.
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