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El sentimiento pacifista hace mella entre los británicos

El ánimo de los británicos se ha ido entenebreciendo conforme se acercaba la fecha límite impuesta por las Naciones Unidas para evitar la guerra. El sentimiento pacifista ha hecho mella en la endurecida fibra belicista de la nación, y la iniciativa francesa brindó argumentos a quienes abogan por la salida negociada de la crisis en un debate parlamentario que anoche concluyó con la victoria de la defensa del primer ministro John Major de una "guerra justa" por 534 votos contra 57.El Reino Unido tiene una visión idealizada de la guerra, ajena al resto de los europeos: mientras para los alemanes significa 1945, para los franceses Verdún y para los españoles enfrentamiento fratricida, para los británicos evoca románticas campañas en tierras lejanas. Las Malvinas fue la última.

Este espíritu belicista, bien patente durante el verano y el otoño, se ha diluido en las últimas semanas. Un parlamentario conservador reconocía el lunes que la euforia con que su circunscripción vivió los prolegómenos de la guerra de las Malvinas estaba completamente ausente de los presentes preparativos, y hay crecientes dudas de que ésta sea la guerra del Reino Unido. El pasado sábado, alrededor de 40.000 personas se manifestaron en Londres contra la guerra, en una concentración -superior a las habidas contra la intervención norteamericana en Vietnam- en la que participaron padres de soldados destacados en el desierto saudí.

Población dividida

La población aparece dividida por igual entre quienes quieren un guerra inmediata y quienes desean dar más tiempo a las sanciones, aunque dos de cada tres británicos apoyan la solución militar si no hay alternativa posible. Los medios de comunicación sensacionalistas han actuado como cabía esperar, hinchando el perro de la guerra hasta lo grotesco. El tremendismo habitual de The Sun se ha visto superado por el del Dady Star, que ha pedido el uso del arma nuclear contra Sadam Husein.

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La prensa seria y la televisión han adoptado una posición menos visceral. Del Golfo ofrecen declaraciones de soldados sin cabida en Hazañas bélicas. "Estoy asustado. Nadie quiere la guerra. Yo no quiero disparar contra nadie" y no quiero que nadie me dispare", decía ayer un soldado en la BBC. Los oficiales, menos tem0peramentales, tampoco ocultan su lado humano, aunque reconocen que su profesión es la guerra y que si fracasa la diplomacia son ellos quienes han de terminar el trabajo. Sus mujeres no tienen nada que envidiar cuando aparecen en televisión.

Algunos lectores se han manifestado contra la inercia imperial de Londres, al que ven como un perro faldero de los designios de Washington; pero John Major, manifestó que han de cumplirse las resoluciones de la ONU para evitar males mayores. Neil Kinnock, líder de la oposición, le apoyó, postura que no fue compartido por todo su partido.

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