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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

África en la plaza de España

Repaso mi diario de aquellos 45 días transcurridos en el mismo corazón de África. Apenas llegada, me abordaron en un servicio público un grupo de adolescentes que, atraídas por el color de mi piel, sonreían, diciendo: "You are welcome to our country" ("¡Bienvenida a nuestro país!"). Yo, sí, me sorprendí mucho con aquel gesto. Días más tarde, una familia con 15 hijos mató una vaca, y todo el pueblo, un poblado remoto perdido en la selva, vino a celebrar y bailar con nosotros, los forasteros. Sabe Dios de dónde sacaron aquella cama que entre cuatro muchachos traían a hombros por entre los árboles, cama que, tras ser instalada en la mejor choza, fue para mí, No conozco a aquellas personas, ni ellos ahora tampoco me reconocerían, como tampoco me reconocerá aquella otra familia que mató una de sus tres cabras en otro poblado al que llegamos tras varios días de viaje y pocos kilómetros de recorrido.Cada día, gente desconocida me pregunta: ¿cómo estás?, ¿y tu familia?, saluda a la gente de tu país...

Varios muchachos negros se acercan a mí con sonrisas abiertas, amistosas, cordiales. Miro a mi alrededor y, no, esta vez no estoy en África. Estoy en la plaza de España. Hemos recordado a Festus, joven nigeriano que ha muerto de frío. Siento una vergüenza inmensa, un frío penetrante y un calor humano tremendo de todos estos jóvenes, compañeros de injusticia de Festus, que aún nos dan las gracias por acompañarles en su lucha y en su dolor.¿Cuántos más tendrán que morir y ser enterrados en secreto para que las autoridades y todos nosotros, madrileños, demos una respuesta a tan acuciantes problemas?

Si alguien tiene alguna duda sobre las cualidades humanas de estos africanos, yo les invito a que se pasen por la plaza de España, que participen en sus actos de reivindicación y charlen con ellos. Se sorprenderán quizá ante sus pacíficas miradas, sus sonrisas amistosas y su revolucionaria petición: "Somos, como vuestros hijos, seres humanos".-

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