En los últimos días,

todas las informaciones relativas a la crisis del Golfo intentan hacernos creer que la guerra es inevitable. Incluso se han publicado datos acerca de los muertos que la guerra costaría o costará en los tres primeros meses.Sin embargo, muchos cientos de miles de ciudadanos no creen en la solución de los problemas mediante ninguna guerra. Y ante un asunto de tal gravedad y de tan imprevisibles consecuencias, nadie, ningún Gobierno, ha preguntado a sus ciudadanos si desean o no apoyar una tal acción o involuerarse en ella.Desde hace muchos años, Estados Unidos se ha lanzado y sigue lanzándose a aventuras militares enormemente costosas en vidas humanas y generalmente vanas. Y ante ello la ONU parece haber olvidado su rol fundamental de garante de la paz.

El riesgo ahora es el de una llamarada de violencia incontrolable cuya onda expansiva alcanzaría al Magreb y a todo el Mediterráneo. Por tanto, también a Europa.

América tiene petróleo y está muy alejada de esta zona. Europa, a excepción del Reino Unido, no tiene petróleo Y se halla frente y junto al mundo árabe, para lo bueno y para lo malo.

El príncipe Sultán, ministro saudí de Defensa, ha declarado que "la actual situación puede saldarse con concesiones fraternales".

Numerosas voces se han alzado en toda la prensa europea subrayando la peligrosidad de esta actitud belicista que nos quiere hacer creer en la guerra "inevitable".

Los políticos tienen la obligación de consultar a sus ciudadanos y de informarles con exactitud y veracidad de todas las implicaciones de una intervención bélica.

En particular, los partidos políticos amantes de la paz tienen la obligación moral de convocar a los ciudadanos a expresar su rechazo de toda intervención bélica.-

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