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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Capitalismo popular

A propósito del artículo de Mario Vargas Llosa (EL PAíS, 22, de diciembre de 1990) en elogio de la ex premier británica Margaret Thatcher, se me ocurren una serie de reflexiones que, a falta de la brillantez verbal de su autor, expondré de la forma más sintética posible.1. Mejor será que en el futuro no se dedique usted al análisiseconómico, y si lo hace, consulte a un economista. Los monopolios estatales sólo son deficitarios cuando están mal gestionados, y éste es un hecho que nada tiene que ver con la propiedad. También hay empresas privadas con mala gestión, La diferencia con las públicas es que éstas socializan tanto sus beneficios como sus costes, mientras las privadassocializan costes y privatizan beneficios.

2. Al capitalismo popular se le podría dedicar un libro. Es verdad que hay mas propietarios. Millones de nuevos pequeños propietarios de acciones de empresas privatizadas. Antes eran empresas del Estado (o sea, de todos). Ahora no son del Estado, pero sí de muchos ciudadanos, que poseen una pequeña parte. El problema es que, al no ser controladas por el Gobierno, ahora lo son por los accionistas mayoritarios, los pocos que pueden comprar enormes paquetes de acciones. Gente que no suele tener las mismas aspiraciones ni intereses que aquellos que tienen las pocas libras ahorradas en esos títulos. En otras palabras, como en toda sociedad anónima, el que más tiene, más puede. Esta frase es quizá el resumen más certero de lo que subyace a la ideologia de la señora Thatcher. También hay más propietarios de pisos. No entraré en si esto es bueno o malo, pero si quiero señalar que de no ser así, probablemente el poll-tax no se hubiera planteado jamás por falta de base impositiva.

3. El poll-tax es una aberración fiscal, caracterizada por su iniquidad. Coja un manual de hacienda pública y se dará cuenta de que es lo más parecido a un impuesto medieval. En algo tiene razón. Su objetrivo no es económico, sino político: se trata de ahogar el gasto de los ayuntamientos. ¿Qué ayuntamientos gastan? Los laboristas. ¿Quien vota a los laboristas? Obreros, empleados y ciudadanos exclusivos del capitalismo popular. Al final, los ricos seguirán teniendo servicios municipales, y los pobres no podrán asfaltar sus calles.

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4. No voy a entrar en el tema del sindicalismo más puro y auténtico, o en eso de llamar reno vador al pensamiento político de hace 150 años, o en la perversa confabulación que defenestra a la heroína. También dejaré al margen la cuestión europea, que entiendo que a usted le pilla un poco lejos, pero sí haré un co mentario final: si ontológica mente son algo, las burocracias son monárquicas, que para eso las inventaron las monarquías europeas.- Manuel Román.

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