Más Eros que Ramazzotti
Eros RamazzottiA las nueve de la noche se apagaron las luces y miles de voces femeninas entonaron tan agudo chillido que aquello parecía la batalla de Argel. Hasta entonces, la prole se entretuvo con ofertas de merchadising: fotografías y camisetas con la efigie del ídolo. Cuando el telón se abrió, Eros, guitarra en ristre, se situó en el centro y no hay tiple, contralto o soprano en este mundo que alcance las tesituras que allí se oyeron.El 80% de los temas de Eros son baladas. Su voz nasal está siempre en primer plano, y dibuja melodías que tienen su correlato en el desarrollo instrumental. Los temas discurren en progresiones sencillas con un doble hilo melódico: el principal, cantado, y el que detrás acometen los instrumentos.
Palacio de los Deportes, Madrid, 24 de noviembre
Auditorio Nacional, Madrid, 24 de noviembre.
A veces, Eros acelera el ritmo y sus músicos se internan en ampulosas construcciones sonoras que invitan al baile. El resto fue una mixtura de ambas ideas. Eros interpreta temas que comienzan muy lentos y se disparan luego en festivos estribillos. El tiempo que tardan sus fans en guardar el mechero y prorrumpir en aplausos a mano alzada es el único brevísimo instante en el que -por fuerza mayor- no pueden exteriorizar su pasión.
Durante dos horas, Eros desgranó lo más florido de su repertorio y es lícito pensar que sus composiciones suenen insulsas y reiterativas piara alguien. En las noches del verano florentino, jóvenes anónimos se reúnen en la Plazza della Signoria y allí entonan románticas baladas que perpetúan una tradición modesta pero entrañable. Un par de breves momentos acústicos durante su concierto sugirieron que éste fue, algún día, el origen de Eros.
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