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La presentación del nuevo candidato pone fin a una etapa trufada de desastres

La irrupción de Michael Heseltine en el palenque en que ya se encuentra Margaret Thatcher pone fin a una larga época trufada de especulaciones y desastres para los conservadores. La primera ministra lleva once años y medio en el cargo y desde que cumplió una década en Downing Street nada ha dejado de irle mal: latente crisis económica continuas y espectaculares derrotas electorales, traumáticas dimisiones de ministros.. . y, como corolario inevitable, una impopularidad con pocos precedentes.La cuestión europea ha sido el catalizador de la presente crisis, pero fuera de los ámbitos políticos la Comunidad Europea no es algo que sacuda de verdad la desgana europeísta de los británicos. Ha sido la impopularidad de algunas políticas -en particular la imposición del poll-tax, capaz de desatar una incendiaria revuelta popular como no se había visto otra en el siglo pero no sólo el poll-tax- lo que ha socavado de forma espectacular las perspectivas electorales de los conservadores. Muchos parlamentarios temen por su futuro político, y en la presente atmósfera de sálvese quien pueda también son muchos los que aspiran a hacer pagar a Thatcher la factura por pasados agravios.

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La figura señera

Geoffrey Howe es la figura señera entre estos últimos. El epítome de fidelidad, el hombre tratado durante años como un felpudo por la primera ministra, se ha levantado con ira bíblica contra su antigua jefa y le ha lanzado una carga de profundidad cuyas consecuencias últimas todavía es prematuro vaticinar. Howe ha pintado a una primera ministra que no escucha, que hace la guerra por su cuenta, que desprecia a sus colaboradores y que deshace a su gusto estrategias políticas cuidadosamente perfiladas por el Gabinete.La cuestión del estilo de gobierno de Thatcher ha estado durante meses en candelero y no fue ajena a la dimisión hace un año del ministro de Hacienda Nigel Lawson, con quien Howe había formado tándem para forzar a la primera ministra a aceptar propuestas como la asunción de las llamadas condiciones de Madrid para introducir de pleno la libra en el Sistema Monetario Europeo.

Estas rencillas, que toda la propaganda del aparato del Partido Conservador no podía disimular, y la aparente saturación del electorado con los principios del thatcherismo puro y duro se convirtieron en espectaculares rechazos electorales. La elección de Mid Staffordshire en marzo invirtió la antigua ventaja tory y provocó una sensacional victoria laborista. Hace un mes, el secular escaño conservador de Eastbourne fue a parar a los demócratas liberales.

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