'Okupación' sin retorno
Ocho jóvenes, encerrados por el dueño de un mimueble vacío
Si vivir es un lujo, okupar es un derecho. Bajo este lema, pintado en un trapo morado, las manos ensortijadas de varios okupas enlazan las de sus colegas a través de la puerta de hierro,del número 6 de la calle de los Milaneses, a pocos metros del Ayuntamiento de Madrid. Ocho jóvenes permanecen encerrados desde el pasado miércoles, cinco días después de estrenar su hogar tomado. El propietario del edificio ordenó sellar la puerta con una cadena pitón de moto y dio a sus vigilantes una orden: pueden salir, pero no volver a entrar.
Llevan allí ya ocho días, desde que les desalojaron de su última conquista, en el 121 de la calle de Toledo. "No teníamos vivienda o sea...", interviene David, a través del enrejado, que aguanta un tráfico incansable de manos en lazadas, litronas, latas de sardi nas y libras de chocolate. Bajo un gorro de lana, David atesora pendientes en la oreja y un pequeño aro atraviesa su nariz. El paro y s us 17 años no dan para conseguir una casa, según dice. Chupas de cuero y pañuelos pira tas flanquean al muchacho. Detrás, se ve una puerta de cristal opaco por el polvo. "Nos dejan salir, pero no volver a entrar", y mira de reojo la pitón.De hecho, cuatro de los 12 ocupantes iniciales, como Beatriz, que trabaja como mensajera, -45.000 pesetas al mes, "y no me da para un piso", dice- no han podido regresar a la casa. El abogado de los jóvenes, Francisco García Cediel, está al otro lado, con los colegas, y asegura que ha presentado una denuncia en la comisaría del Rastro por detención ilegal. Desconoce quién es el propietario del inmueble de seis pisos, "que al parecer lleva deshabitado cuatro años" y afirma que el misterioso dueño les ofreció a los chicos 30.000 pesetas por largarse".
Visita de Matanzo
Un joven vigilante, en anorak, sigue atento el merodear de los curiosos y los movimientos de los chicos, "que se portan muy bien", dice con cierta complicidad con los muchachos, que tienen pocos años menos que él. Las órdenes que ha recibido son precisas: los okupas pueden salir pero no entrar. "Parece mentira que el Según [por el alcalde de Madríd, Agustín Rodríguez-Sahagún] aguante esto; los chicos no tienen dónde ir", clama indignado Jullán Rodríguez, un pulidor asiduo del barrio, que también contribuye a alimentar a los inquilinos -"botellas de leche y tabaco no les faltan"-, y que dice que el dueño "es un avaro indecente".Quien se ha pasado por allí, una noche, según cuenta David, qs el concejal del distrito Centro, Angel Matanzo. "Estuvo hablando con unos amigos nuestros, allá en la esquina y dijo que nos iba a sacar a hostias".
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