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EL 32º CONGRESO DEL P.S.O.E

Herejes y renegados

Los socialistas han nutrido su partido de dirigentes procedentes de la crisis comunista

Ramón Tamames, Enrique Curiel y Jord¡ Solé Tura son sólo tres nombres de la larga lista de los ex comunistas. Pero hay más. Eugenio Triana, Pilar Brabo, Ludolfo Paramio, Jordi Borja, José María Mohedano y Enrique-Curiel, el último integrado en la "casa común de la izquierda". Buena parte de ellos están hoy en las filas socialistas, las mismas en las que hasta Santiago Carrillo dice que podría tener cabida. Dos ministros actuales, Enrique Múgica y Jorge Semprún, son también ex comunistas, pero más antiguos. El socialismo español ha ido engordando a costa, en buena parte, del PCE, una tendencia que empezó a cambiar en 1987, al formarse Izquierda Unida y aumentar la disidencia en las propias filas del PSOE.

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De la unión total a las primeras disidencias

Entre los años 1980 y 1988, buena parte de los cuadros comunistas españoles abandonan el PCE o son expulsados del mismo. Unos se van a casa; otros, sin embargo, buscan proseguir la actividad política en ámbitos cercanos y, de entre todos ellos, el PSOE es el que se muestra más receptivo. Durante esos años, decenas de cuadros dirigentes y medios del PCE ingresan en las filas socialistas. Coinciden dos factores que no son de despreciar: por un lado, la ilusión que el triunfo del PSOE en las elecciones de 1982, despierta en la izquierda que, sin distinción de partido, sale a la calle la misma noche del 28 de octubre para festejar el triunfo; por otra, el PCE vive una de sus crisis más pro fundas, en la que se concitan las divisiones internas con el desas tre electoral. Son, para utilizar las palabras de Carlos Barral, años de penitencia para los comunistas. Y no todos resisten el rigor de los tiempos. La tendencia se quebrará en 1987. Desde entonces, la operación Curiel es la única que los socialistas pue den mostrar ante las cámaras de los medios de comunicación. En cambio, desde 1988, se han agudizado las tensiones internas en el PSOE. Pablo Castellano, Francisco Bustelo y Ricardo García Damborenea están fuera del partido; los dos primeros en Izquierda Unida, y el último al frente de su propio partido. Pero lo que parece más grave en el horizonte es la ruptura de UGT con el PSOE y el alejamiento, puede que definitivo, entre sus dos máximos dirigentes, Felipe González y Nicolás Redondo.

Hace ya años que Isaac Deutscher analizó los abando nos del partido producidos por lo que llamó "herejes y renegados" y ratificó lo que un viejo refrán español había advertido un poco antes: que no hay peor cuña que la de la misma madera. En efecto, no pocos ex militantes comunistas se cuentan entre los más acérrimos críticos de la ideología en la que antes se movieron. La especificidad del caso español de los últimos años es que los ex comunistas no se dedican, o al menos no especialmente, a la producción teórica, sino que se afilian al PSOE, en cualquiera de sus variantes autonómicas, aunque haya excepciones casi olvidadas. Por ejemplo, a estas alturas, ¿recuerda alguien que el Partido Andalucista se llamó un día Partido Socialista Andaluz y que se declaraba marxista?

Hacia la izquierda

Otra diferencia es que la disidencia se produzca con herejes que se escoran a la izquierda. Es el caso de Pablo Castellano y Francisco Bustelo, dos de los más duros críticos del partido de Felipe González y paladines de la un¡dad de la izquierda y de un espíritu de libertad que dicen no encontrar en el PSOE.

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La crisis de los socialistas es, con todo, moderada. Castellano y García Damborenea han arrastrado escasa gente tras de sí y, en cualquier caso, no se han llevado, al contrario con lo que ocurriera, con la crisis comunistas, a cuadros medios del partido. Salvo la gravedad de la quiebra de las relaciones con UGT, las salidas del partido no le han puesto en níngún momento al borde de una escisión seria. A ello ayuda, seguramente, el que la crisis electoral del PSOE es mucho menor que la de los comunistas en los años pasados. Pese al retroceso en las elecciones generales, pese a la perdida de votos en Euskadi y Galicia, los socialistas gobiernan aún en un buen número de comunidades autónomas y alcaldías, además de disponer, con un número de diputados igual al de toda la oposición, de la Administración central del Estado. Es un partido desde el que se puede hacer política, entendiendo la expresión en cualquiera de sus significados y, especialmente, en el más positivo de incidir sobre el conjunto de la sociedad para im pulsarla en de terminado sentido.

La crisis del PCE que produjo la avalancha de comunistas hacia las filas socialistas, fueran estos, expulsados o autoexcluidos, ha sido superada, pero Izquierda Unida no amenaza su papel hegemónico en la izquierda. "Es verdad", explica un viejo militante comunista, "que muchos comunistas se apuntaron al PSOE y lo hicieron por razones muy variadas. Desde aquellos que en su trayectoria mostraron una cierta coherencia política o una voluntad de incidencia social que durante unos años, justo es reconocerlo, nosotros no ofrecimos, hasta quienes lo hicieron por pesebrismo. Pero esta tendencia se quiebra en 1987, cuando empezamos a remontar la crisis. Sin embargo, la verdad es que el partido más numeroso es hoy el de los ex comunistas y que buena parte de ellos están en el PSOE, aunque no todos. Otros se fueron a su casa, salieron de ella durante la campaña contra la OTAN y luego han vuelto a apartarse de la política activa quizá porque no hemos sabido explicar bien nuestro proyecto".

La musa roja

Comunistas y socialistas se niegan a aceptar que este proceso tenga paralelismo alguno con el de miembros de otras organizaciones izquierdistas pasados al PSOE: "Por cada uno de los alcaldes de la periferia de Madrid que no venga de la ORT o del PTE", explica un militante socialista, "podría dar mil duros y aún me sobraría sueldo a fin de ines". La opinión generalizada es que los militantes de estos grupos eran "radicales de palabra" más preocupados por el anticomunismo que por tener un programa serio. Eso explica su paso al PSOE y no a un PCE supuestamente más cercano. El último de estos casos es el de José Sanromá, ex dirigente de la ORT, que la pasada semana ingresó en el PSOE, partido con el que ya colaboraba desde hace tiempo. Un caso más lejano, que no menos relevante, es el de la llamada "musa roja", Pina López Gay, que llegó a ser secretaria general de la Joven Guardia Roja.

La sangría de Barcelona

Barcelona es uno de los lugares donde la sangría comunista se produjo con mayor virulencia. La casi totalidad del pririer equipo municipal del PSUC y la totalidad del segundo están hoy en el PSC, con o sin carné del partido. Los comunistas sólo han podído repetir cabeza de candidatura en las últimas elecciones, ya que en las dos ocasiones anteriores acabaron captados por los socialistas.Más del 50% del actual equipo de Gobierno de Pasqual Maragall tiene origen comunista, y en un porcentaje elevado procede de la fracción que se incorporó al PSUC con la integración de Bandera Roja. Es el caso de Jordi Borja, Josep Miquel Abad (hoy en el COOB), Josep Maria Serra Martí, Jordi Cunill, Rafael Pradas y un largo etcétera. Como en el resto de España, los comunistas catalanes hoy en Iniciativa per Catalunya dan por cerrado el capítulo de traspasos, aunque "pueda quedar algún caso aislado, como Antoni Quadras [ex secretario de organización] que está intentando repetir a escala catalana la operación Curiel en Madrid y no le sale".

IC tiene el pleno convencimiento de que en la próximas municipales su concejales no representarán al PSC.

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