"Los árabes se interrogan sobre su decadencia cultural"
"La gestión de las relaciones con el mundo árabe exige impavidez", dice Edgar Pisan¡, encargado por François Mitterrand de la misión imposible de hacer funcionar el Instituto del Mundo Árabe (IMA). Tras haber bregado en terrenos no me nos minados, como la construcción europea, la cooperación con África y el conflicto de Nueva Caledonia, este intelectual francés nacido en Túnez hace 72 años preside el IMA con la paciencia del santo Job y la sabiduría de Harum al Raschid.Pregunta. ¿No le parece sorprendente que las querellas entre los países árabes primen por encima de su unidad cultural?
Respuesta. Desde el punto de vista político, que no cultural, los países. árabes son adolescentes. Como sus independencias son aún recientes, tienen una obsesión patológica por la autonomía y la originalidad.
P. Aparte de la lengua y la religión, ¿qué encuentra usted en común en los países árabes?
R. El tiempo, la relación con el tiempo. Los árabes no han sido todavía sometidos a la esclavitud del reloj. Un elemento negativo común es un cierto sentimiento de humillación Los árabes reivindican un papel en el mundo que hoy no tienen. A sus ojos, la cultura árabe tiene tales méritos que debería ocupar un lugar privilegiado en la civilización universal. Y no saben a quién reprochar que no sea así. Se interrogan por las razones por las cuales su historia resplandenció desde la Hégira a fines del siglo XVI y luego se marchitó.
P. ¿Cómo aborda el IMA problemas como la condena por numerosos teólogos musulmanes de una edición francesa del Corán en comic?
R. Sometí ese caso a mis colaboradores musulmanes y la respuesta fue que está completamente prohibido representar el Corán en comic. Les dije: "Ustedes quieren que este instituto haga conocer a los europeos el mundo árabe y, en consecuencia, el islam. ¿Por qué no usar el comic, que es un medio de comunicación popular en Occidente?". La idea de que no puede representarse el pensamiento con imágenes figurativas forma parte del bagaje cultural de los árabes y musulmanes. En este caso y en muchos otros siempre estoy bordeando límites.Yo soy un firme partidario de la tolerancia. Creo que aunque el otro esté equivocado le debo respeto. Y que respetarlo es aceptar la idea de que quizá no esté equivocado y de que, en todo caso, me corresponde a mí hacer un esfuerzo para aproximarme a él.
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