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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Como el asno de Buridán

Ante las próximas elecciones autonómicas me encuentro, una vez más, como el asno de Buridán, sin saber por cuál de los dos montones decidirme. Por el lado de la Escila nacionalista amedrenta la perspectiva del futuro que semejantes sacristanes marrulleros pueden infligir: una exasperante ineptitud para detener el creciente deterioro de las condiciones de vida; una política corrupta y logrera; una concepción de la cultura mostrenca y clerical, en la que todo lo que exceda la taxidermia reverencial de la lengua doméstica y el deporte rural o las revoluciones de la nueva cocina automáticamente excita el prurito incendiario o el hisopazo de algún exclaustrado resabiado; en fin, ¿para qué insistir sobre los sangrientos alardes de los psicópatas supurados por el matriarcalismo castrador que nos asfixia? Ante semejante despliegue de medievalismo, la idea de un Estado moderno y racional sigue siendo por aquí de un progresismo vergonzante.Pero por el lado de quienes debieran llevar esa idea a la práctica acecha una Caribdis parecidamente inquietante: siempre que sale en la-cosa-esa-de-mientras-se-come el limosnero mayor para amenazarnos con las medidas de ajuste de turno, coreado por los gañidos de los poco mordedores compañeros sociales y los borborigmos satisfechos de los parásitos de todo tamaño; o cada vez que se oyen cacareos de soberanía, solidaridad y respeto a las reglas de juego a los mismos papagayos del no a la OTAN, sí al Polisario y no sabe / no contes

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Como el asno de Buridán

Viene de la página anteriorta a los GAL; o cuando se contempla con vergüenza ajena cómo un Gobierno soberano, obrero y laico -aseguran- se arruga sin pudor ni sonrojo ante los perros de pedigrí y las raposas enlutadas, uno piensa si no será peor el remedio..., si los montones que se nos ofrecen no serán de estiércol en vez de heno. Y es que ocurre que aquí, en el País Vasco, el voto de castigo tiene visos de utilidad, pero se corre el peligro de que el palo con el que se intenta escarmentar al aldeano ensoberbecido le manche a uno la mano de mierda, a pesar de lo cual habrá que hacerlo, porque este nacionalismo no parece capaz más que de aumentar la peste de carabineros, frailes y moscas que nos envuelve.-

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