Christian Sebastian
La antimodelo que alborota las pasarelas
"Eres bonita como un pájaro, y muy sexy porque dices tal cual eres". Así bautizó el modista Karl Lagerfeld a Christian Sebastian cuando ésta se le apareció en pleno casting para Chanel hace sólo un año y medio. En tan poco tiempo, Sebastian ha conseguido imponer un nuevo estilo en la pasarela internacional, más cerca de la antimodelo que de la maniquí más tradicional. Nacida en San Francisco, hija adoptiva de padres blancos, con 20 años y 1,80 de estatura, Sebastian ha seducido a los grandes modistas del glamour, que la han elegido como la nueva expresión de la moda contemporánea. Su presencia por primera vez en España en la pasada edición de la Pasarela Cibeles, de la mano de la agencla Buque, fue algo extraño y a la vez intenso. Quince desfiles en el Milano Collezioni, la semana pasada, y 20 pases más esta semana en París demuestran el éxito.Su figura grande, negra, con una piel perfecta, aparece al fondo de la pasarela, andando con los hombros hacia adelante, la mirada asustada y fija, el pecho hundido. No actúa de modelo. No ejerce ninguna actitud femenina, ni un leve movimiento de caderas, ni un ladear de cabeza coqueto, no hace morritos ni guiños. Llega hasta el extremo y los fotógrafos no saben qué hacer con ella. Se va, gira a mitad con las manos en la cadera, pero como lo haría un chico, y si el público murmura se limita a sonreír. Ella asegura sentirse muy cómoda en la pasarela y "muy mujer".
Algunos la consideran pura androginia, otros dicen que su éxito es esnobismo y los más la ven como un rostro muy africano que ha llegado allí por despiste, como si por castigo la hubieran obligado a pasar modelos entre rubias vamp y mulatas sensuales.
"Es una nueva manera de ver la moda. La moda siempre tendría que ser un choque", dice Sebastian, sin pizca de emoción. Estaba acabando sus estudios primarios en Estados Unidos, cuando le surgió la posibilidad de entrar en una agencia. Ahora es millonaria -"tengo mucho dinero, todo invertido en inmuebles"- y sabe que su imagen no siempre se corresponde a lo que el público quiere. "Por eso soy un poco irónica. Siento que la gente no me quiere arriba, en la pasarela, pero allí estoy. A veces me sonrío a mí misma", confiesa esta mujer que en sus ratos libres, además de nadar y bailar, escribe historias cortas de misterio, "algo parecido a Alfred Hitchcock".
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