Aparcar en Sevilla

Me gustaría sumarme a la opi nión del señor Pierre Guerlain, expresada en su carta del 7 de septiembre. Definitivamente, es lamentable que el Ayuntamiento de Sevilla no haya tomado ningu na medida para evitar ese desa gradable trance que supone aparcar en cualquiera de esos "pequeños reinos de taifas" do minados por elementos indesea bles ataviados con gorra y sil baío. Quizá tengamos que esperar a que la proliferación en Sevilla de esos maflosos sea tal que tengan que recurrir a ejercer sus funcio nes en el aparcamiento de coches oficiales que existe en la puerta del Ayuntamiento. A lo mejor, de esta forma, y cuando alguno de nuestros ediles tenga que soportar todo tipo de insultos y gastarse el dinero en reponer un cristal roto por haberse negado a pagar este impuesto indirecto, se deci da eliminar a estos delincuentes y malhechores. Y no quiero extenderme hablando también de los improvisados cantantes de rumbas de los bares, ni de los que se ofrecen a limpiarte los zapatos a la fuerza, ni de las simpáticas vendedoras de claveles, ni de los que piden limosna, ni de los que limpian los cristales de los coches en los semáforos, etcétera, etcétera, que tanto contribuyen a configurar la identidad universal de Sevilla. En el tan esperado año 92, muchos extranjeros desconocedores de estos impuestos municipales paralelos nos visitarán, y mucho me temo que les suceda lo mismo que al señor Guerlain. Y por supuesto, cuando vuelvan a sus países, tenga por seguro, señor alcalde, que poco van a hablar del encanto de Sevilla. Hablarán más bien de los largos ratos pasados en las comisarías realizando denuncias varias y de sus desagradables tomas de contacto con las miserias de esta ciudad.-