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LA CRISIS DEL GOLFO

Buitrago:"No creo que haya un conflicto general"

El último diplomático español en abandonar Kuwait espera en Bagdad el visado de regreso

Juan José Buitrago, burgalés, de 29 años de edad, el último representante diplomático español en Kuwait, llegaba a Bagdad a las 18.30 del jueves (las 16.30, hora peninsular española), después de nueve horas de viaje en coche. Iba acompañado por otras dos personas con las que compartió el aislamiento en la delegación española. Es el primer paso para una repatriación que nadie sabe cuándo se producirá. El diplomático, padre de un niño de 43 días que nació en la capital kuwaití ya ocupada, declaró ayer en conversación telefónica con EL PAÍS: "Tengo la sensación de que no va a haber un conflicto muy generalizado en el Golfo"

Juan José Buitrago, que ayer hizo su primera comida de restaurante ("sólo tomé pasta y pescado del Tigris, no soy nada caprichoso") en los últimos dos meses, está satisfecho por haber llevado a cabo en Kuwait la misión que le encomendó el Ministerio de Exteriores español. Misión a la que él se prestó voluntariamente. "Los españoles de Kuwait, con la única excepción de seis personas que por razones familiares han preferido permanecer allí, se encuentran ya en Bagdad, y aquí, y no lo digo porque yo sea diplomático, están recibiendo un trato admirable de la embajada".Buitrago explica que no se movió prácticamente de la residencia de la Embajada en Kuwait durante el último mes. "Con el toque de queda y lo impredecible de la situación para los diplomáticos que perdimos esa condición a partir del 25 de agosto, cualquier salida era arriesgarse a ser expulsado, cosa que el ministerio temía. De este modo, he abandonado el país sólo cuando me lo ha ordenado el ministro Fernández Ordóñez".

El encargado de negocios español en Kuwait recuerda como especialmente tensos los días que precedieron a su marcha de la capital kuwaití. "Dos días antes de que saliera hacia Bagdad se presentaron en la embajada unos 20 o 30 soldados iraquíes que, muy educadamente, nos preguntaron si queríamos su protección, a lo que yo, en mi modesto árabe, contesté que no. Se fueron sin más problemas".

Por lo demás, Buitrago asegura que el trato recibido por el personal de la Embajada española -donde también permanecía un empleado indio- en Kuwait ha sido "mucho mejor que el de los compañeros de otras legaciones". "No hablo ya de los norteamericanos o de los británicos, sino de franceses e italianos, que están en estos momentos en condiciones muy duras, sin luz ni agua y, por supuesto sin aire acondicionado, con lo que eso significa en un país donde la temperatura no baja de los 50 grados".Una ciudad fantasma

Las largas horas de reclusión, explica Buitrago, las pasábamos leyendo, oyendo música clásica y, desde luego, las emisoras de radio occidentales. La BBC y Radio Exterior de España, sobre todo. No hemos pasado necesidades, y la comida no ha faltado. Sólo los últimos días han empezado a escasear el pan, el arroz, el agua mineral y el aceite".

"El contraste entre la capital kuwaití y Bagdad es muy grande", añade el diplomático. "En el emirato ocupado la vida se ha paralizado prácticamente. Kuwait City es casi una ciudad fantasma. No hay demasiada huella de guerra, sólo hubo bombardeos el primer día de la invasión. Pero hay edificios quemados por los saqueadores y algunos registros severos. La gente no va a trabajar, las empresas de infraestructura no funcionan, y yo diría que se están borrando las huellas de identidad de ese país, que es muy joven. Claro que de la misma manera pueden recuperarse".

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Una vez instalado en la residencia del embajador español en Bagdad, Juan López de Chícheri, Juan José Buitrago se ha puesto en contacto con su familia. "Mi mujer ya sabe que ahora nos toca esperar, y ella es capaz de tener paciencia porque conoce la situación".

María Victoria Peña, de 30 años, esposa de Buitrago, abandonó Kuwait el 22 de agosto pasado con su hijo de cinco días de edad. "Viajé en avión a Bagdad, y fue un episodio muy duro", explicó a este periódico el jueves en una entrevista realizada en Burgos, donde reside con su hijo, Jaime Omar, en el domicilio de sus suegros. "Fueron dos horas con un calor espantoso, en las que el niño se me habría deshidratado de no ser porque se me ocurrió darle de mamar".

Destino lejano

Pese a la dura experiencia vivida, María Victoria está segura de que su marido pedirá un destino lejano, África o América Latina. "Europa no nos interesa. Para eso nos quedaríamos en Madrid. Y eso del riesgo es una tontería. ¿Quién nos iba a decir a nosotros -que precisamente habíamos escogido Kuwait, el primer destino de mi marido, para tener un hijo por lo tranquilo que era- que terminaría por dar a luz en un país ocupado y con bombardeos?"

Ahora, algo más reposada, es capaz de reconstruir los últimos días en Kuwait hasta con un cierto grado de humor.

"Estoy deseando que todo termine. No soporto más esta notoriedad de mi marido. Se me hace extraño verle citado en la Prensa como un héroe. Yo creo que simplemente ha cumpliendo con su deber y él en eso es muy puntilloso. Creo que es un buen diplomático".

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