Querella en Japón por la coronación de Akihito
Cerca de un millar de japoneses han resuelto, en un gesto sin precedentes en la historia del país, querellarse contra el Estado por haber decidido costear con el dinero de los contribuyentes la multimilionaria ceremonia de coronación del emperador Akihito del próximo 12 de noviembre. Los 987 demandantes han presentado el recurso esta semana en Osaka, la segunda ciudad del país, 500 kilómetros al sur de Tokio.
Los demandantes argumentan que las autoridades del país han violado la Constitución. El gesto es un acto aislado, pero llamativo, dentro de la población japonesa, que vive el sistema imperial y la figura del emperador con una mezcla de sentimientos contradictorios por lo que significó en el pasado como ente divino y el grado de responsabilidad que pudo haber tenido el fallecido emperador Hirohito, llamado ahora Showa, en la participación del país en la última guerra mundial.La actual Constitución, surgida tras la derrota bélica, define al emperador como un símbolo del Estado y de la unidad del pueblo japonés, pero niega que sea una divinidad o que ostente la jefatura de la religión sintoísta. La querella sostiene que las dos ceremonias que se celebrarán con motivo de la coronación, una civil y otra privada, son funciones claramente sintoístas. Los demandantes han pedido una compensación al Estado de 10.000 yenes por presuntos "daños espirituales". Los recursos han sido presentados todos juntos y proceden en su mayor parte de personas que viven en las islas de Hokkaido y Okinawa. En esta última es donde aún existen focos de protesta contra la familia imperial por ser allí donde más víctimas causó la guerra, al margen de las que produjeron las bombas atómicas que los norteamericanos lanzaron sobre Hiroshima y Nagasaki.
La coronación de Akihito costará al erario público algo más de 8.000 millones de yenes, de los cuales 2.000 serán destinados al polémico acto nocturno, de carácter privado y religioso, denominado daijosai, que tendrá lugar 10 días después de la ceremonia oficial. El Gobierno ha justificado la decisión de financiar el daijosai, una ofrenda de alimentos que el emperador hace a sus antepasados divinos, con el argumento de que la Casa Imperial no puede pagar una ceremonia tan costosa. Sin embargo, el acto es religioso, y costearlo con fondos públicos es considerado por algunos expertos como una violación del principio constitucional que establece la separación entre Iglesia y Estado.
Para otros estudiosos constitucionalistas, la violación alcanzará también a la ceremonia puramente civil del 12 de noviembre, a la que asistirán 2.500 dignatarios nacionales y extranjeros, entre ellos el príncipe Felipe, en representación de la Corona española. Algunos ritos de coronaciones anteriores serán suprimidos, pero se ha decidido conservar otros que pueden despertar la duda de que el emperador es una figura religiosa. Akihito, vestido con traje de época, y su esposa, la emperatriz Michiko, ataviada con un pesado quimono, se sentarán en sendos tronos elevados a más de metro y medio del suelo. El Gobierno, al anunciar fechas atrás detalles de la ceremonia, afirmó que se había tenido en cuenta el sentimiento, de los que desean claridad sobre el papel terrenal del emperador y que por ello se había rebajado la altura del sillón imperial a 1,80 metros.
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