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El Plan Gerontológico plantea amplias ayudas domiciliarias para los ancianos, incluidas comidas

El rápido envejecimiento de la población española hará necesaria la construcción de 107.000 plazas nuevas en residencias de ancianos para atender la demanda prevista dentro de 10 años, según las previsiones del Plan Gerontológico Nacional, que está ultimando el Ministerio de Asuntos Sociales. Elaborado durante dos años, el plan pretende facilitar la integración de los mayores en su medio con servicios tales como la entrega de comida a domicilio y un horno de microondas para calentarla. Actualmente hay en España 5,8 millones de personas mayores de 60 años, y de ellas, 917.000 mayores tienen más de 80 años.

Los estudios realizados para la elaboración del plan gerontológico muestran al anciano español como una persona de muy bajo nivel cultural, emocionalmente inseguro y con escasos recursos económicos. "En el año 2001, los mayores de 80 años serán 2,4 millones de personas, y, aunque queremos propiciar al máximo la integración de los ancianos en su entorno mediante la atención domiciliaria, consideramos que seguirán siendo necesarias las residencias porque asistimos a un envejecimiento del envejecimiento y muchos mayores de 80 años no podrán vivir en sus domicilios" explica Rafael Pineda, coordinador del citado plan. "En éste se ha establecido un ratio de 3,5 plazas por cada 100 personas mayores de 65 años; ahora tenemos 106.000 plazas entre residencias públicas y privadas, y será necesario construir otras 107.000 con un desembolso de 535.000 millones de pesetas".

Monstruoso

"Ante la monstruosidad de esté proyecto tenemos que pensar cómo distribuir esa carga con otras administraciones e incentivar a las asociaciones privadas, porque es evidente que sólos no vamos a poder cumplir ese objetivo". Actualmente hay en Espa ña una media de 2,4 plazas de re sidencia por cada 100 ancianos. El 40,5% de ellas depende del sector público.

El plan se divide en cinco grandes áreas: pensiones, sanidad, servicios sociales, ocio y cultura, algunas de las cuales todavía se encuentran poco elaboradas. La piedra angular es la puesta en marcha de un complejo conjunto de 'Servicios sociales que llegarán hasta los propios hogares de los ancianos. Para diseñar estas medidas, un equipo del Instituto de Servicios Sociales (Inserso) ha visitado los prograrnas puestos en marcha por Francia, el Reino Unido, Suecia, Dinamarca, Alemania e Italia.

Según Pineda, el 8% de la población anciana (400.000 personas) contará con asistencia domiciliaria. Ésta puede consistir en la entrega de la comida ya elaborada, teniendo sólo que calentarla en un microoridas instalado por el Inserso para ese fin.

Para prevenir los accidentes cuándo se encuentren solos, se ha diseñado un sistema de telealarma, consistente en una medalla o pulsera que se activa en el caso de que la persona que lo lleve se caiga al suelo. La señal es recibida por una central que envía inmediatamente ayuda sanitaria al afectado. Cada central tendrá controlados a 500 ancianos.

La asistencia domiciliaria existe ya, aunque tímidamente desde hace dos años, según fuentes de Asuntos Sociales. En 1989 participaron en el programa unas 24.000 personas.

"En el Reino Unido e Italia hemos visto sistemas de vivien das tuteladas, así como hogares de día muy desarrollados. Estos últimos consiste en centros que, de forma similar a como hacen las guarderías con los niños, atienden a los ancianos exclusivamente durante la jornada laboral de sus familiares. Una furgoneta se encarga de recogerlos en su domicilio y devolverlos a ellos", explica el coordinador del plan gerontológico, que asegura pretender "que los aticianos sean un sector muy favorecido, sobreprotegidos".

Tres encuestas

Los problemas económicos y la salud ocupan los primeros lugares entre las necesidades de los ancianos españoles, según las tres encuestas que se han realizado para la éblaboración del plan gerontológico.

Estos mismos estudios arrojan un retrato nada halagüeño de los ancianos españoles: el 34,99% de las mujeres y el 19% de los hombres son analfabetos. Si se considera también a los que sólo han realizado estudios primarios, ese porcentaje se eleva hasta el 93,5%. Su nivel profesional está acorde con su nivel de estudios, y sus recursos económicos se reducen a la pensión de jubilación. La mayoría de ellos procede del medio rural, han emigrado con sus hijos a la ciudad y han pasado por una experiencia humana traumática como fue la guerra civil. A esto hay que añadir que a lo largo de su vida han sido testigos de grandes cambios sobrevenidos, primero, por el proceso de industrialización y, posteriormente, por la renovación tecnológica.

Como consecuencia, se encuentran en una situación personal de confusión e inseguridad. "Con un índice de analfabetismo tan alto es lógico que no sepan organizar su ocio; por eso a este campo se le ha destinado una de las áreas del plan", dice Pineda.

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