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Un espectáculo audaz

El IV Congreso de la Asociación Internacional del Teatro Lírico se clausuró ayer en Bilbao. Durante cuatro días se han debatido temas relacionados con la ópera, como Mecenazgo y poderes públicos, Difusión y derechos o La importancia de la crítica en la evolución del gusto, a cargo de especialistas como Marcel Landowski, Brigitle Massin, Carl de Nys, Imre Fabian o Antoine Livio.

Dos compositores bilbaínos separados en el tiempo, Arriaga y De Pablo, han constituido el eje de un espectáculo audaz, centro de las manifestaciones líricas de las jornadas. De Arriaga se representó su obra póstuma Agar et Ismael (1826), por primera vez en versión completa gracias al esfuerzo de investigación llevado a cabo por el musicólogo asturiano José Antonio Gómez. El teatro Arriaga culminará los actos de su centenario con la edición musical de todas las obras del compositor. Agar et Ismael se completó con otra de las cinco escenas líricas que compuso Arriaga, Erminia (1824).

Teresa Verdera fue la protagonista vocal de ambos montajes (su primera intervención la efectuó a lomos de un caballo), en una interpretación quizá en exceso lírica, con lo que la fuerza dramática de las obras quedaba algo atenuada.

Tras el reciente éxito en Londres, donde la crítica especializada comparó a De Pablo con Britten, con lo que ello significa viniendo de donde viene, Tarde de poetas (1986), obra que prefigura muchos de los aspectos musicales desarrollados en El viajero indiscreto, se ha ofrecido por primera vez en versión escénica. La única variante ha sido la eliminación del coro, sustituyéndose la escena final por un doble recitativo del poema Como Moisés es el viejo, de Vicente Aleixandre. Con el cambio se pierde, en mi opinión, tensión dramática sobre la partitura original.

Revelación

Destacaron los cantantes Marie François Lefort y Carlos Álvarez. Las actuaciones del joven barítono malagueño de 24 años han supuesto una auténtica revelación (el día anterior había intervenido con enorme, acierto en un recital interpretando un aria de Rossini y un dúo de Puccini junto a Luis Lima). Voz cálida, con igualdad en los diferentes registros, Álvarez profundizó en las características melismáticas del canto de De Pablo y lo abordó con entrega y teatralidad.Mark Foster consiguió cotas mayores de calidad en De Pablo que en Arriaga. La Orquesta de Cámara de Euzkalherria se mostró transparente y siguió con precisión las indicaciones del dinámico y riguroso director australiano.

La puesta en escena tuvo momentos brillantes (Leopardi) y una continua movilidad, acentuada con la actuación de varios mimos. Gustavo Tambascio dirigió excelentemente a los actores y cantantes, mostrando un universo conceptual basado en la reivindicación de Góngora o la generación del 27. Las imágenes son evocadoras, tienden al surrealismo y no están. carentes de humor. Su estética e iluminación me hizo pensar en Carlos Jiménez y el teatro de Caracas.

A veces distraen del discurso musical y otras no son lo suficientemente claras y adecuadas (poemas de Juan Larrea), pero en cualquier caso suponen un trabajo lleno de interés y con hallazgos meritorios.

El congreso se clausuró con un recital de jóvenes cantantes de la cantera y la entrega de los Apolos de Oro, galardón entregado al mejor espectáculo, cantante, creador actual, director musical y director escénico de los tres últimos años. Recayeron, respectivamente, en el montaje de Don Giovanni, de Riccardo Muti-Giorgio Strehler en la Scala de Milán, Plácido Domingo, H. Werner Henze, Claudio Abbado y Harry Kupfer.

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