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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Paz para Camboya

EL ACUERDO al que han llegado el 28 de agosto los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (EE UU, URSS, China, Reino Unido y Francia) abre una esperanza de paz en Camboya, después de 11 años de una guerra interminable. Fruto de negociaciones difíciles a lo largo del presente año, el acuerdo supone un compromiso operativo de las Naciones Unidas superior al que ha existido en casos anteriores, por ejemplo en Namibia. La ONU debería no sólo controlar un alto el fuego entre las diversas facciones hoy enfrentadas, sino vigilar el desarme de los diversos grupos en la etapa transitoria, hasta la celebración de unas elecciones libres. Durante ese periodo, el órgano de la soberanía camboyana sería un Consejo Nacional Supremo integrado por representantes del actual Gobierno de Phnom Phen y, de los tres grupos de la resistencia: el centrista del príncipe Norodom Shianuk, el nacionalista de Sann Sun y los Jemeres Rojos. Ese Consejo Supremo ocuparía el lugar de Camboya en la ONU, reservado hasta ahora exclusivamente a la resistencia. Pero es tal el enfrentamiento entre esos grupos que sería absurdo pensar que pueden, de pronto, ponerse a gobernar juntos el país. Por eso, el plan de los Cinco prevé una amplia delegación de poderes a la ONU por parte del Consejo Supremo, para que funcionarios de aquélla asuman una serie de funciones, como la defensa y la seguridad, las finanzas y la política exterior. Después de esa etapa transitoria se celebrarían elecciones generales, controladas por la ONU. Dos hechos permiten pensar que esa solución tiene visos de dar resultados positivos: por un lado, la evolución de la actitud de China, suministradora de una constante ayuda militar a los Jemeres Rojos, pero que ahora ha aceptado una salida negociada; por otro, el cambió de la política de EE UU, ayer obsesionada por oponerse de cualquier forma a Vietnam y ahora inclinada a aceptar que un Vietnam sin ambiciones expansionistas pueda desempeñar un papel importante con vistas a la estabilidad de la zona. Otro factor positivo es la reciente evolución en Tailandia, donde la eliminación del ministro de Exteriores, Siddhi Savetsila, partidario de cierto apoyo a los Jemeres Rojos, deja al primer ministro Chatichal las manos más libres para apoyar en Camboya una política favorable al acuerdo entre el Gobierno de Hun Sen y los tres grupos de la resistencia.

No obstante, una triste experiencia de planes de paz sobre el papel, que resultaron luego fracasados, aconseja no lanzar las campanas al vuelo. El momento decisivo para la paz será la reunión entre todos los grupos camboyanos que, auspiciada por Indonesia, tendrá lugar en Yakarta a mediados de este mes.

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