La dignidad del comunismo

En México se han reunido varios intelectuales para festejar la caída del comunismo y para cantar salmos de alabanza a la ambigua libertad. Es decir, Octavio Paz y Jorge Semprún, entre otros, están concediendo el oscar al mejor sistema de organización sociopolítica que existe en el mundo: la democracia burguesa combinada con el libre mercado. ¿Estarán pensando los allí reunidos en las democracias capitalistas de Bolivia, Perú, Haití y tantos y tantos países que se mueren de hambre arropados por la bandera de la libertad? ¿O acaso están pensando en las relucientes y maquilladas democracias de Europa y EE UU, que viven tan rica y desahogadamente gracias a la explotación sobre hombres y países? Porque el discurso de la explotación no está agotado y sigue siendo un hecho... Y, por consiguiente, la absoluta primacía de capitalismo sobre comunismo no está tan clara como lo está para los congregados en México. Pues el comunismo ni ha fracasado ni es un error de partida como alguno de esos intelectuales afirma. Y sí la cosa no está tan clara es precisamente desde el punto de vista intelectual, aunque pueda estarlo desde el político. Por de pronto, el comunismo, aunque haya sido a trancas y barrancas, ha dado de comer, cobijo, educación... a muchos millones de seres durante 75 años, y con ello una dignidad básica a sus ciudadanos, que no sé si todos los países que se ufanan de la libertad a manos llenas pueden presumir de proporcionar a todos y cada uno de los que viven bajo su techo. Y eso, por lo menos desde el punto de vista intelectual, merece un respeto... No sé si puede decirse, pues, que haya fracasado un orden sociopolítico y dado el triunfo a su oponente cuando hay tanta gente en los países llamados libres que se mueren de asco a causa de una libertad de mercado en la que gana siempre el más fuerte. No sé hasta qué punto es lícito, intelectualmente, que unos intelectuales que se precien se congratulen por el fracaso supuesto del comunismo cuando, para no provocar la caída de los precios y el lucro cesante de productores e intermediarios, se siguen destruyendo en el mundo del mercado mercancías que podrían salvar a millones de seres humanos... No se comprende muy bien qué entienden por libertad esos eufóricos pensadores cuando se embriagan a cuenta del fracaso imaginario del comunismo... Porque para que la libertad no sea un concepto huero es preciso que cada democracia brinde a todo el mundo lo indispensable para vivir con dignidad. Luego..., adelante con las libres concurrencias y con los abusos de toda especie.-