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Allende no se rindió, prefirió suicidarse

El ex presidente chileno será enterrado hoy con todos los honores

"Allende no se rinde, milicos de mierda", exclamó el presidente chileno, según el ex detective David Garrido, último en la fila de los 60 defensores del palacio presidencial de la Moneda que salían para rendirse. El cadáver de Allende, exhumado recientemente de una tumba sin nombre, será enterrado hoy con todos los honores, cuando cada vez se hace más evidente que se suicidó. Elena Flores, secretaria de Relaciones Internacionales del PSOE, será la máxima representación española.

Eran las primeras horas del golpe militar del 11 de septiembre de 1973. Instantes después, oyó disparos -"más de uno y no más de tres"-, en la sala donde estaba el presidente socialista electo en 1970. Pensó Garrido que Allende había disparado por una ventana. Cuando miró a la sala, vio a Allende en un sillón, con la parte derecha del cráneo rota, la masa encefálica desparramada, el casco caído y el fusil sobre sus piernas".Un médico del palacio, Patricio Guijón, entró y tomó, el pulso a Allende. "Me pareció absurdo", recuerda Garrido. "El doctor murió", dijo alguien, "en medio del humo del incendio, provocado por el bombardeo, de los escombros, gases lacrimógenos y la confusión".

Conmovido, Arsenio Poupin, subsecretario general de Gobierno, hoy detenido desaparecido, intentó suicidarse con una pistola. En un forcejeo le quitaron el arma. Algunos lloraban. Enrique Huerta, intendente de palacio, otro prisionero de la Moneda que está entre los desaparecidos, dijo: "Rindamos un homenaje al presidente".

Dos de los cuatro testigos más cercanos a Allende en sus instantes finales, Garrido y Guijón, confirmaron a EL PAÍS, en vísperas del funeral del ex presidente, la versión del suicidio. Un tercer superviviente, el jefe de los detectives de La Moneda en 1973, Juan Seoarte, ratificó el relato.

"Allende se suicidó", afirma Seoane. Según él y Garrido, "las versiones sobre que murió en combate y fue rematado son puras mentiras. El hecho que se haya suicidado no le quita para nada valor". Seoane, que cuando estuvo en el exilio en Cuba recibió la petición de no referirse al suicidio de Allende, dice que "no existe ninguna posibilidad física siquiera para poder pensar que Allende no se suicidó".

Ambos ex detectives -que permanecieron en La Moneda para defender a Allende- dicen que no había soldados dentro del palacio cuando el presidente murió. Los primeros defensores que salían a la calle para rendirse, un piso más abajo, se enteraron después que Allende había muerto.

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Garrido, que ahora trabaja en la seguridad de un alto funcionario, iba último en la fila de los que se rendían, bajando por la escalera al primer piso, cuando se encontró con los primeros soldados. "Allende se quedó en La Moneda, porque era un símbolo de la democracia y el presidente constitucionalmente electo. Los militares la destruyeron y atacaron porque era simbólica", dice.

"Gracias, compañero"

"Gracias, compañero", le dijo Allende a Seoane, y lo abrazó, cuando se despidió de los defensores del palacio que salían a rendirse. Momentos antes, Allende había accedido a la rendición de sus hombres. Ya no había posibilidad de ayuda popular y de los partidos de izquierda, o de división entre los militares golpistas."Escuché al presidente discutir con sus asesores más cercanos. Él no quería rendirse, pero lo convencieron. Yo creo que aceptó para ver si alguno de nosotros salvaba la vida. Entonces hicimos la fila para salir", dice Seoane. "Siempre le vi íntegro y entero", recuerda ahora Garrido.

La defensa, con tres lanzagranadas, algunas ametralladoras y pistolas, contra el bombardeo de los Hawker Hunter, los cañones de los tanques, de la artillería de 105 milímetros y los disparos de los helicópteros. y de, soldados era desigual. "Fue un acto de dignidad y no de guerra", coinciden los ex detectives.

Dentro de La Moneda no hubo combates generalizados cuerpo a cuerpo y los defensores se rindieron desarmados. Otros murieron tras caer prisioneros de los soldados. "Estábamos en el lado bueno, defendíamos la Constitución: cuando nos rendimos no sabíamos lo que iba a pasar".

Siete médicos y la secretaria de Allende, Miria Contreras, fueron apartados entre los prisioneros del ala del palacio donde estaba Allende. El resto, 49 hombres, fueron llevados al regimiento Tacna, interrogados y torturados. 32 de estos fueron trasladados al campo militar de Peldehue, y desde entonces no se sabe más de ellos. Un soldado contó a Seoane que los fusilaron. Los detectives que defendieron La Moneda, 17 hombres, se salvaron porque primó la idea que estaban en un trabajo profesional.

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