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Una huelga política paraliza la provincia autónoma de Kosovo

ENVIADA ESPECIAL, La huelga general convocada ayer por el Sindicato Independiente de Kosovo (SIK) en protesta por la disolución del Parlamento de la provincia autónoma de Kosovo, decretada por el Parlamento serbio el 5 de julio, paralizó la vida económica en toda la región. Los albaneses, según las instrucciones del sindicato, permanecieron encerrados en sus casas durante 24 horas.

Podujevo, una aldea albanesa a 25 kilómetros de Pristina, la capital de Kosovo, parecía una ciudad fantasma: sólo los perros hurgaban entre la omnipresente basura, típica en todas las ciudades de Kosovo. En Pristina, sólo los serbios acudieron al trabajo.

"Es una huelga de advertencia", explica Ibrahim Rujova, líder de la Liga Democrática de Kosovo, con 700.000 miembros y principal partido de oposición albanesa. "El objetivo de la huelga es demostrar la disciplina de los albaneses para las acciones futuras y comprobar que el pueblo albanés no acepta la ocupación serbia", afirma Jusuf Buxhobi, su número dos.

"Desde el 2 de julio [el día que 114 diputados albaneses proclamaron la independencia de la provincia autónoma], Kosovo dejó de ser una provincia serbia", afirma Buxhobi. Fije la proclamación de independencia lo que precipitó la disolución del Parlamento de Kosovo y la sustitución de los directores de las grandes empresas y de los medios de comunicación; asimismo, el despido masivo de los médicos albaneses, que rehusaron cooperar con las nuevas autoridades. Según el nuevo ministro de Justicia, Djordje Aksic, 3.900 albaneses fueron despedidos en los últimos dos meses; según el líder sindical Hajrulah Gorani, fueron 10.000 los despedidos. Tras anunciar la huelga, Gorani fue condenado a 60 días de cárcel.

Las autoridades serbias clausuraron la televisión de Pristina en albanés y el único diario en albanés, Rilindija. "'Estamos desilusionados con los pueblos yugoslavos", lamenta Rujova, el máximo líder espiritual de los albaneses, "pues nadie criticó las medidas serbias".

"Si Yugoslavia no puede aceptar lo que pedimos es natural que busquemos soluciones en un marco albanés", añade.

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