Si Braille levantara la cabeza ...
El ciego aquél se estaba pasando. Con una esplendidez desconcertante había decidido terminar una noche de farrades corchando seis botellas de champaña -a la friolera de 15.000 pesetas la pieza- para invitar a los 18 parroquianos que apuraban la última copa en la barra del top less Margoz, en la calle de Ferraz, apenas 15 minutos antes de la hora del cierre.Escamado ante tanto derroche -"son muchos años de oficio"-, José Luis Vilela, propietario del local, abrió sólo una botella y advirtió al rumboso que fuera pensando en levanta el campamento y seguir la fiesta en otro sitio. Inmutable, el alegre invidente sacó una maquini ta impresora y grabó un cheque al portador por el importe de la juerga. Había nacido un nuevo timo: el fraude del cheque Braille.
Salvador Tronchony Jimé nez había entrado tres horas antes en el top less Margoz, de la calle de Ferraz, con todo el aplomo y seguridad que le per mitía su ceguera. Ayudado por su bastón blanco de invidente, se acercó a la barra y pidió una cerveza.
Inmediatamente, una de las señoritas empleadas en el establecimiento, que lucía sus pe chos al aire, le ofreció conversación y compañía. Fue el prin ciplo de una noche "inolvida ble", tanto para él como para el dueño del pub, José Luis Vilela, y las mujeres que se volcaron en atenderle.
"Llegó aquí como un gran señor, proclamando desde, el principio que aquella era una noche especial para él y que quería compartirla con todos nosotros", según recuerda el es tafado.
Auxiliar de farmacia
José Luis Vilela, de 47 años, gallego, auxiliar de farmacia, metido al negocio de las copas con compañía, quedó gratamente impresionado al ver la desenvoltura del invidente que había irrumpido en su establecimiento al filo de la medianoche del pasado viernes 10 de agosto.
"Nada más sentarse con una de las señoritas, me llamó a su mesa para congratularse de la agradable circunstancia de que ambos éramos gallegos -luego la policía me dijo que era del pueblo valenciano, de Picassent- y para pedirme que- le ayudara a ir al servicio", recuerda Vilela.
"Estaba muy emocionado por haber encontrado, decía, una gente tan agradable para pasar una noche tan señalada. A cada señorita que se acercaba por su mesa la invitaba a tomar una copa, y aunque en realidad él sólo tomó un par de cervezas y un whisky, con tanto desprendimiento, la cuenta empezó a subir y a subir como la espuma, y a las tres y cuarto, 15 minutos antes de cerrar, la factura alcanzaba ya las 40.000 pesetas", dice el empresario del local de top less. A esa hora, Vilela dio un aviso al simpático invidente "porque él mismo me lo había pedido", comenta ahora. "Entonces, muy misterioso, me preguntó que cuantas personas había en el bar, le contesté que 18, y él me dijo que abriera seis botellas de champaña para obsequiar a estos clientes tan agradables. Entonces fue cuando comencé a mosquearme", recuerda el propietario del local.
Un cheque en Braille
Seis botellas a 15.000 pesetas cada una son 90.000 pesetas, y es muy raro encontrarse con un cliente tan rumboso, y más cuando sólo faltaba un cuarto de hora para cerrar. "Le dije al ciego que no era cuestión de emborrachar al personal y abrí sólo una botella. Mostrando su disgusto por no poder seguir la fiesta, sacó una-máquina especial y comenzó a grabarme un cheque con los puntitos característicos del lenguaje Braille, diciéndome que podía cobrarlo en las oficinas de la Organización Nacional de Ciegos ON E), en la calle de Prim".
"Sin tenerlas todas conmigo", sigue relatando el dueño del local, "y por no montar un numerito llamando a la policía, acepté el cheque. Pero cuando fui el lunes a cobrarlo, me infor maron que el talón estaba perfectamente redactado en Braille, pero que era más falso que Judas, tal como era de esperar".
Vilela, que no considera un delito lo sucedido -"un delito es una violación, o un atraco", afirma-, no se siente estafado: "Así se sentirá el taxista que contrató el ciego para ir a Cáceres durante todo un día y visitar los locales de alterne de la zona, pero yo, más que timado me siento sorprendido por la clase de este tipo".
El regente del establecimiento se toma con humor lo ocurrido, pese a haber sido víctima de una estafa: "Un vividor como él siempre merece un respeto, y si algún día vuelve por mi top less tendré mucho gusto en invitarle a una copa", sentencia con envidiable ironía el empresario, lejos de ensañarse con aquel hombre que con tanta gracia le había tomado el pelo a él y a las señoritas del top less.
Historias de 'tontos' y 'listos'
Cada día, una persona es víctima de alguna de las múltiples y variopintas clases de extorsiones económicas más o menos consentidas que la policía llama timos.Cada uno de estos ciudadanos entrega a estos peculiares delincuentes una media de 350.000 pesetas, aunque en ocasiones esta cifra se multiplica y alcanza los ahorros de toda una vida de las personas -generalmente anciana -que caen en las burdas trampas del tonto y el listo.
Pero, aunque molesto y a veces dramático, el timo es sólo una anécdota en las estadísticas de la inseguridad ciudadana en Madrid. Los últimos datos facilitados por la Delegación del Gobierno en la capital son los correspondientes a los delitos cometidos en los primeros cuatro meses de este año.
El mes de marzo
Según la estadística oficial, el número de actos delictivos denunciados en la ciudad ha descendido con respecto al pasado año. No obstante, por causas que intenta desvelar un informe encargado personalmente por Ana Tutor, delegada del Gobierno, los índices de delincuencia se dispararon inexplicablemente durante el pasado mes de marzo.
El verano, sin embargo, ha sido tranquilo para los desvalijadores de pisos, que no han echo este año su tradicional agosto.
A pesar de esta aparente tranquilidad, hay sectores de la sociedad madrileña que discrepan de esta sensación. Según un estudio realizado por el grupo de diputados del CDS en la Asamblea de Madrid, el 80% de los ciudadanos se sienten inseguros. De ellos, el 45% ha sido víctima de un delito alguna vez en su vida, y otro 38% ha optado por instalar medidas de seguridad en sus domicilios para evitar la actuación de los cacos.
En cualquier caso, dejarse el casete en el coche sigue siendo un riesgo en la capital. Igual que no estar atento con las maletas en las estaciones o circular por la calle de Preciados sin tener bien sujeto el bolso de mano: cualquier descuidero o el peor aprendiz de carterista puede limpiarle la faltriquera.
Los delitos más graves, los homicidios, se mantienen prácticamente en los mismos índices que el año pasado. La poli,cía no ha podido hasta ahora resolver aproximadamente la mitad de estos crímenes.
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