Pesadilla en Marbella
La última impresión antes de salir de vacaciones a los Pirineos franceses fue una cafetería de la plaza de Figueres, con una música a todo trapo, la televisión puesta a la vez y unas raciones bastante caras. Atrás quedaban unos pueblos y ciudades con sus nuevas edificaciones en ese horroroso estilo Banús, que parece el único que dominan los arquitectos españoles. Quedaban también pintadas en las paredes, papeles en las calles, plásticos y latas en el campo.La primera impresión de Francia fue la de unos pueblos armónicos, cuidados -Banyuls, Colliure-, unos restaurantes acogedores, sin música y con excelentes menús a 60 o 70 francos. En general, unos precios similares o más baratos que los españoles. Eso sí, el vino y la cervera eran considerablemente más caros.
Moraleja: dentro de poco sólo veranearán en España los hooligans europeos. Los demás turistas buscarán otros sitios, y no se puede sino alabarles el gusto.-
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