La decisión de Mubarak
Todos los sectores políticos de El Cairo cierran filas en torno al presidente egipcio
Descenso de los ingresos del canal de Suez, del turismo y de las transferencias de los emigrantes son las primeras consecuencias en Egipto de la crisis desatada en el golfo Pérsico por la invasión iraquí de Kuwait. Estas dificultades económicas carecen por el momento de equivalente en el plano político. Más bien al contrario, las principales corrientes de opinión del país cierran filas en torno a su presidente, Mohamed Hosni Mubarak, a pesar de algún recelo inicial por su visto bueno a la presencia militar extranjera en el Golfo.
"La presencia de ejércitos extranjeros en el Golfo pone en peligro la seguridad nacional árabe", asegura a EL PAÍS Abdelmunin Husein, secretario general del partido Wafd (liberal, en la oposición). De todas formas, Husein reconoce que "la decisión del Gobierno de enviar fuerzas para apoyar ese despliegue militar responde a un acuerdo de la cumbre árabe ante la amenaza de un ataque iraquí". Como a muchos otros egipcios, le duele que su país se haya visto embarcado en una crisis de este cariz, que le ha obligado a tomar posturas que agravan el fraccionamiento del mundo árabe."El Gobierno ha reaccionado con sabiduría y moralidad, ya que ha seguido las tendencias de la sociedad internacional y de la paz", explica, por su parte, a esta corresponsal el anciano Abdelasim Ramadán, conocido historiador y miembro del Consejo de Consulta (Senado). "El envío de fuerzas tiene un carácter simbólico para probar a Arabia Saudí y a los países del Golfo nuestra participación en los esfuerzos internacionales que intentan acabar con la invasión", añade.
Ramadán, que apoyó a Irak en su guerra con Irán, se opone radicalmente a la acción bélica de Bagdad. "Es contraria a la moral, y atenta contra la seguridad internacional y árabe", declara con firmeza. Nadie ha defendido en este país la invasión. Un par de amagos de manifestaciones en pro de Bagdad, al parecer bajo la influencia de fondos iraquíes, fueron rápidamente acallados por la policía cairota. Más dificil resulta aceptar la presencia de la Armada de EE UU.
Fuerzas árabes
"Nos oponemos a la presencia militar árabe como pretexto para la intervención extranjera y con el solo papel de empleado a su servicio", manifiesta a EL PAÍS el secretario general del partido Tagamo, Rifat el Said. "Nadie cree que hayan venido para proteger la legalidad internacional porque son los primeros en violarla", asegura en referencia a las fuerzas norteamericanas. Para reforzar sus tesis, Said recuerda las invasiones de Panamá y Granada, o el apoyo de Washington a la ocupación israelí.
Precisamente por la cuestión palestina, el presidente iraquí, Sadam. Husein, les ha tocado la fibra sensible a los egipcios, y a otros árabes y musulmanes. Por ello, uno de los frentes que más preocupan es el de los grupos radicales, proclives a aceptar la retórica del intercambio de Kuwait por Palestina, como es el caso de los rigoristas islámicos. El Tagamo es un partido de izquierda, aliado en el Parlamento con el Partido del Trabajo y los Hermanos Musulmanes.
"Desde el principio nos opusimos a la invasión, pero ésta ha sido utilizada como pretexto para realizar un plan preelaborado por Washington para ocupar Oriente Próximo", afirma Sald, expresando una opinión muy extendida en su partido.
De todas formas, a medida que crece la agresión propagandística iraquí contra Egipto, todas las fuerzas, incluidos los islamistas, insisten más en la ocupación iraquí que en la presencia militar extranjera. Así, ha sido sintomático que el último comunicado de la Asociación de los Hermanos Musulmanes, el pasado jueves, no hiciera referencia a ese punto que sólo dos días antes habían denunciado. Por el contrario, el texto exigía a los dirigentes iraquíes que pongan fin a sus ataques contra el presidente Mubarak. Sadam ha calificado al jefe del Estado egipcio de "traidor a la causa árabe".
"El mundo árabe se ha dividido en dos campos, y Egipto corre el riesgo de perder su papel preponderante", lamenta Said. En todo caso, Ramadán considera que "la colaboración de Egipto con la comunidad internacional en la lucha contra Irak será recompensada".
Crisis económica
La preocupación de la opinión política se centra en las consecuencias negativas que la crisis va a tener para la ya maltrecha economía egipcia. "La vuelta de los egipcios que trabajaban en Irak y Kuwait no sólo va a disminuir las transferencias de dinero, sino que va a causar graves problemas de desempleo", señala el secretario del Wafd. En efecto, las remesas de los emigrantes constituyen uno de las cuatro principales fuentes de divisas de Egipto, junto con el petróleo, el turismo y el canal de Suez. De los tres millones de emigrantes egipcios, más de la mitad se encontraban en la zona del Golfo.
El problema social es también acuciante. A los cientos de egipcios que regresan a diario para encontrarse sin empleo y sin ahorros hay que sumar 200.000 familias que han dejado de recibir las transferencias que sus parientes emigrantes les envían desde Irak. El Banco Rafidaín (oficial iraquí) ha congelado los pagos de unos 120.000 millones de pesetas. El cierre de su sucursal en el centro de El Cairo ha dado lugar a concentraciones de personas que reclamaban su dinero.
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