Bilbao, tauromaquia y política
Del 19 al 26 de agosto, Bilbao se erige en capitalidad incontestable del toro y del toreo. La impronta táurica y taurina de la villa del Nervión está legitimada por una tradición que alcanza dos siglos de existencia, y por la recobrada y vigente adhesión de sus moradores a la fiesta brava.A la plaza de toros de Vista Alegre puede accederse por diferentes itinerarios, si bien el más castizo, directo, urbano y civil es el que discurre por la calle del General Concha, nombre que, por fortuna, todavía no han reconvertido los munícipes bilbaínos. La nomenclatura, en este caso, tiene una especial significación. Concha era el militar liberal a quien, el 2 de mayo de 1874, un niño de apenas 10 años, Miguel de Unamuno y Jugo, vio entrar victorioso, al frente de las tropas liberadoras que levantaban el sitio que a esta villa habían puesto los carlo-integristas.
Doy nombres que representan la conciencia liberal y civil de una población que tiene en la plaza de toros su espacio liberal y civil, por antonomasia.
En los mástiles de Vista Alegre, cuando hay toros, ondean y conviven tres banderas: la española, la ikurriña vasca y la de la matrícula de Bilbao. Digo que conviven porque en la fiesta de toros no caben exclusiones, ni se aceptan las consignas de los demagogos, ni la ejecución de las núsmas por una minoría de individuos constituidos en fascios de combate...
Vista Alegre es un espacio abierto a la libertad, donde conviven, en acuerdo o discrepancia, bilbaínos y forasteros, participando del más democrático ejercicio: la convicción compartida de que todos somos Ubres e iguales al asumir, instintiva y colectivamente, nuestra común inferioridad respecto del torero capaz de sobreponerse a la dificultad que supone lidiar un toro de los que sueltan por estos pagos. Gran lección para quienes conceden demasiado a las diferencias económicas o de clase...
En Bilbao, por sus emblemáticas corridas generales de agosto, la ciudadanía revalida, cada tarde, esa sabiduría soterrada según la cual sólo el que se embarca en la aventura de burlar la muerte, vive de un modo superior a los demás mortales. En su plaza -la más distinguida, con Sevilla, de toda España-, cada cual experimenta la responsabilidad de sentirse en presencia de los otros, impulsándose mutuamente en una común creencia. Ésa es la auténtica política, derivada de la tauromaquia.
Las otras políticas, de las que seguramente darán noticia la prensa, la radio y la televisión, en estos días, como en tantos otros, haciendo relaciones públicas gratis a los propagadores del ¡viva la muerte!, no son sino la caricatura de un espíritu rural y reaccionario, que nada tiene que ver con Bilbao. En Bilbao, cuando llega la feria, las banderillas son de seda, la música suena mejor que en parte alguna, y hasta los avisos a los toreros se dan poniendo en un atril la partitura.
o es profesor de Derecho Político en Deusto y crítico de Deia.
Babelia
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